Tiene recién cumplido el año como embajador de Canadá en España y cuando no se le induce a hablar de Cataluña utilizando las dos consultas en las que Quebec intentó dejar de ser Canadá, el diplomático hace proselitismo del polémico acuerdo de libre comercio recién suscrito entre su país y la UE.

-¿Cómo hará crecer el CETA a Canadá y la UE?

-Este acuerdo va a abrir muchas oportunidades. Liberaliza casi en su totalidad nuestras relaciones comerciales con Europa, los aranceles desaparecen casi por completo en los dos sentidos. Es el acuerdo más abarcador que jamás se ha negociado entre dos socios como la UE y Canadá y en varios sentidos el más ambicioso de la UE. También incorpora como nunca antes lo que denominamos agenda comercial progresista, con un capítulo que nos compromete a la protección del medio ambiente, otro sobre derechos laborales? Todos esos son elementos innovadores, pero para nosotros lo más notable del CETA es que este grado de liberalización ha sido posible gracias a la convicción que adquirimos durante la negociación de que compartimos casi en su totalidad los mismos valores como sociedad.

-Su tramitación ha sido una carrera de obstáculos, llena de críticas. ¿Cómo las desactiva?

-En el momento actual del mundo, el modelo de economía abierta y globalizada está siendo cuestionado incluso en países que han sido siempre nuestros mejores aliados. En este contexto, en el que se pone en cuestión el orden internacional liberal que ha sido fundamental para la prosperidad del mundo desde la II Guerra Mundial, este acuerdo representa la alternativa que contradice el proteccionismo pero a la vez reconoce que tenemos que manejar la globalización mejor que en el pasado. Las críticas que ha recibido esta apertura económica vienen en parte de los errores que hemos cometido en el manejo de la globalización. Por eso el CETA promueve un modelo que se preocupa de los sectores más vulnerables de la sociedad, de la desigualdad y la distribución de la riqueza, y la experiencia de desarrollo del acuerdo va a ir demostrando.

- ¿Se abre un mundo nuevo para un sector más intensamente que para otros?

-Para España, en primer lugar a la agricultura. Los aranceles a los productos agroalimentarios desaparecen, pero además el acuerdo nos compromete a una cooperación estructurada sobre las otras barreras que existen, las restricciones sanitarias o fitosanitarias. Una de las críticas que recibió el acuerdo se refiere, por ejemplo, a que en Canadá se vende carne con hormonas y ahora podría ser exportada. No es el caso. El acuerdo no modifica las normas de seguridad alimentaria de cada estado, de forma que para tener acceso a un contingente de exportaciones de carne, Canadá deberá producirla sin hormonas. También se ampliará el espacio para las frutas y las hortalizas, donde ya están presentes los productos españoles, y en un sector muy sensible como el de los lácteos se abre asimismo un contingente para quesos europeos.

-¿Qué más?

-Uno de los objetivos del acuerdo era crear oportunidades para las pymes, que en Canadá como en España son la base de la estructura económica. Otra de las críticas que se vierten sobre estos acuerdos consiste en que dan ventajas a las grandes empresas. Por eso nuestro objetivo es hacer a las pymes conscientes del acuerdo y de las oportunidades que hay para ellas. Un ejemplo del efecto dinámico que puede tener el CETA es la experiencia del compromiso de libre comercio de Canadá con Estados Unidos. Cuando se estaba negociando, se decía que la competencia de los caldos de California iba a destrozar la pequeña industria canadiense del vino. Veinte años después, producimos diez veces más vino de más calidad y lo exportamos.

- Quebec, con sus dos referéndums de independencia, se menciona en Cataluña como ejemplo. ¿Lo es ?

-Para nosotros, la situación de Cataluña es un asunto interno de España. Tenemos una excelente y apreciada relación con una España unida y no prevemos ni deseamos ningún cambio. Dicho eso, es difícil comparar las situaciones. Cada país tiene su propia historia, cultura, marco legal y es mejor evitar la tentación de aplicar la experiencia que se ha usado en una parte. Tenemos nuestra propia experiencia de unidad nacional y movimiento independentista y hemos tratado de resolverlo de la forma que hemos podido, pero nunca lo presentamos como una lección para nadie.

-¿Los referéndums han curado la fractura social?

-No solo por nuestra propia experiencia consideramos que el referéndum no es un instrumento ideal para tratar de resolver cuestiones tan complejas como estas. Por su naturaleza tienden a polarizar, a no ser capaces de responder a los matices y la complejidad de las cuestiones.

-De allí también se fueron empresas.

-La historia es complicada. Quebec es hoy una economía dinámica, pujante, próspera e innovadora que ha pasado por momentos de declive, pero la relación entre estos periodos de contracción económica y el independentismo no es tan directa. Las decisiones de las empresas que se trasladaron se tomaron por muchas razones. Es mejor no simplificar.

-¿ P erturba Trump su vecindad con Estados Unidos?

-Estados Unidos siempre será nuestro socio más importante y vamos a hacer todo lo posible por tener la relación más constructiva, eficaz y cercana posible. Es verdad que la administración actual está cuestionando algunas políticas que siempre han sido características de Estados Unidos y eso forma parte de la discusión que tenemos con ellos. Hay una relación política muy fluida. Nuestro Gobierno, por ejemplo, está muy implicado en los acuerdos de París sobre el cambio climático y la administración Trump ha tomado la decisión que ha tomado en esa materia. Hemos manifestado nuestro desacuerdo, pero siempre ha habido puntos en los que no hemos estado de acuerdo y eso no nos ha impedido tener una relación en su conjunto muy funcional.