En su nuevo libro, El joven sin alma. Novela romántica, Vicente Molina Foix (Elche, 1946) recurre a su memoria, con algunos toques de ficción, para narrar con pasión su descubrimiento del mundo cultural y su despertar carnal. El escritor ilicitano utiliza las páginas de su obra para quedarse en paz con su pasado, unos tiempos en los que formaba parte del grupo de los "Nueve Novísimos" y vivía con intensidad junto a amigos como Terenci Moix o Leopoldo María Panero. Su educación sentimental, sexual y artística quedan al descubierto dentro de este relato.

- Quien lea El joven sin alma. Novela romántica, ¿se encontrará con la autobiografía de Vicente Molina Foix?

-No. La novela está basada en mi vida pero no es una biografía. Es un método que ya he utilizado en libros anteriores. Aparecen acontecimientos, figuras y textos que son reales, contiene elementos biográficos. Y, a partir de ahí, se crea la obra. Hay recuerdos que son evidentes, de situaciones que pasaron. Un ejemplo concreto sucede en Alicante, como muchos de los pasajes de la novela. Una vez acudí a que Camilo José Cela me firmara un ejemplar suyo en la Rambla. Tenía quince años y mi padre me regalaba los libros. Aquella firma fue real.

-¿Cómo sigue la historia ficticia que usted narra en el libro?

-En la novela sigo a Cela por la Explanada y llegamos al antiguo Hotel Palas, en el que da una conferencia. Es todo inventado, no hablé con él ese día. En mis libros cuento lo que me inspiran los recuerdos. La biografía y la historia solo me interesan como lector, no como autor. Como novelista tengo el supremo don de concederme libertad para fabular.

-¿Podemos afirmar que estamos ante un manipulador?

-Si no manipulara, sería historiador o profesor. La manipulación forma parte de la propia esencia de la literatura. La novela tiene mucho de construcción. En ese proceso de creación hay que hacer los planos, diseñar la obra, colocar los ladrillos? Y todo eso tiene un único responsable. El término "manipulación" está desacreditado en el contexto de la política. En la novela prefiero quedarme mejor con la palabra "fabular". Así que no manipulo a mis personajes, los fabulo.

-Esta nueva obra supone su regreso a la actualidad literaria tras El invitado amargo ...

- El invitado amargo era una novela que tenía más que ver con el recuerdo que con la verdad. El otro autor, Luis Cremades, y yo discrepábamos. Lo que no hicimos nunca fue tratarnos de convencernos el uno al otro. El joven sin alma. Novela Romántica solo tiene un autor, que sabe que nos encontramos dentro de una ficción, con sus leyes propias.

-El título de su novela hace referencia a una persona sin alma, ¿ese ser es usted?

-Es cierto que hay un joven sin alma, que podría ser yo en la medida en que soy un protagonista del libro. Ese personaje duda en varios momentos de que tenga alma, está rodeado de un grupo de seis amigos, que centran la novela y que tienen una gran capacidad para amar. Ese joven tiene menos habilidad para ello. También quiero hacer hincapié en que es una novela romántica y queda la ambigüedad de que alguien que no tiene alma forme parte de un contexto así.

-Escribir estas páginas le ha permitido recordar a muchos amigos, ¿qué imagen le queda de ellos con el paso del tiempo?

-Algunos ya han muerto, como Ana María Moix, Leopoldo García Panero o Terenci Moix. Son tres de las personas que más he querido y ya han muerto. Con Pere Gimferrer y Guillermo Carnero tengo mucha relación. Ambos son para mí criaturas de ficción. Y ellos son los que me están presentando el libro. Tenemos mucho en común. Tratar a mis amigos, y a mí mismo, como personajes de ficción me ha permitido comprobar que nos queremos y nos admiramos. Ha sido la parte más agradable de este proceso.

-¿Cuáles han sido los otros sentimientos que le ha despertado este viaje al pasado?

-La melancolía por los que se han muerto y por los tiempos pasados. También me he acordado de mi madre y de otros personajes que han desaparecido. Y me quedo con la idea del frenesí con el que vivimos aquella época. Fue un poco de delirio en sentido positivo. No estábamos locos. Sí enloquecidos por el cine, la literatura, el amor y el vivir una vida sexual sin límites ni anteojos. Descubríamos el mundo a la vez que lo rehacíamos. Era algo muy ambicioso. ¿Lo conseguimos? La respuesta está en el libro. Solo puedo desvelar que el tiempo pasa y puede con las personas.

-¿Qué paisajes son los predominantes en el libro que publica ahora?

-Son muy alicantinos, reflejan los años que viví en Alicante. Aparecen las cinco hermanas Valdés, que viven en las Mil Viviendas y que están basadas en unas chicas que conocí. Casi siempre acabo volviendo a Alicante y Elche, me he dado cuenta con el paso del tiempo. Mis padres vivieron poco tiempo en Elche pero hicieron muchos amigos, y la infancia tiene enorme poder dentro de la memoria.

-Barcelona ha sido otra ciudad importante para usted, ¿cómo ve ahora a Cataluña?

-Para mí Barcelona ha sido siempre un modelo de ciudad avanzada, de descubrimiento y de sugestiones que entonces no tenía en Madrid. Esa es la Cataluña que me gustaría seguir viendo siempre, la que me cambió los amigos y el espíritu. No la veo como algo enfrentado, sino como una parte de lo que soy.

-¿Cuáles son los próximos proyectos que tiene en mente?

-Hasta que no me libro de una novela no empiezo con la siguiente. Voy a Colombia a presentar el libro y después a México, ya que la Feria de Guadalajara está dedicada este año a la ciudad de Madrid, en la que llevo años viviendo. Otras ideas que tengo en la cabeza están todavía en una fase muy verde.