Burgués, rico, culto, seductor... Y republicano, de izquierdas, masón, librepensador... Nada podía exasperar más a sus enemigos, que lo difamaron, le incautaron todos sus bienes y hasta quisieron borrarlo de la Historia. Pero no pudieron y Santiago Casares Quiroga, al que cargaron incluso el asesinato de Calvo Sotelo, el protomártir, sigue en los libros oficiales. Quienes debían eliminar el nombre del que fuera ministro de la República y presidente del Gobierno con Azaña cuando estalló la guerra, hicieron caso omiso a la petición gubernamental de los sublevados, a pesar de enfrentarse a posibles represalias. Gracias a eso, el nombre de la "alimaña" figura en el Registro Civil de A Coruña y en el Colegio de Abogados.

Tras tomar la ciudad los franquistas, el nuevo gobernador civil, José María de Arellano, dictó el 26 de noviembre de 1937 un terrorífico auto: "Siendo indigno de figurar en el Registro oficial de nacimientos que se lleva en el Juzgado municipal instruido para seres humanos y no para alimañas, el nombre de Santiago Casares Quiroga, someto a consideración la procedencia de que se cursen las órdenes oportunas para que el folio oprobioso del Registro municipal de esta ciudad en que se halla inscrito su nacimiento, se haga desaparecer, y en este sentido espero que me comunique VE la prestación de ese homenaje obligado a España, 'una, grande y libre de Franco".

Contrariamente a lo que dice la leyenda urbana, no ocurrió. Cualquiera puede comprobar en el Registro Civil que la partida de nacimiento del líder de la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma) no fue arrancada ni contiene notas marginales (Número de Registro 447 del libro de nacimientos de 1984):

"En la ciudad de La Coruña, a las 9 de la mañana del día 10 de mayo de 1884, ante el licenciado don José Pérez Arias, secretario, compareció don Santiago Casares de la Paz, natural de Santiago, término de ídem, en esta provincia, mayor de edad, casado, empleado y domiciliado en la calle Estrecha de San Andrés, número seis, provisto de la cédula número 3.900, presentado con objeto de que se inscriba en el Registro Civil un niño, y al efecto, como padre, declaró que dicho niño nació en la casa del declarante el día 8 del actual, a las diez y media de la mañana, que es hijo legítimo del declarante y de su esposa Doña Rogelia Quiroga y Morodo, natural de Cambre, en esta provincia, mayor de edad, dedicada a las ocupaciones de su sexto y domiciliada en la de su marido. Así mismo, declaro que al expresado niño se le puso de nombre Santiago".

Arellano no se conformaba con borrar el nacimiento de Casares Quiroga, sino que pretendía también que su nombre desapareciese de cualquier otro registro: "En el acta del Colegio de Abogados y en cuantos libros figure el nombre repugnante de Casares Quiroga, deberá procederse asimismo al borrado en forma que las generaciones futuras no encuentren más vestigio suyo que su ficha de antropométrica de forajido".

Tampoco el Colegio de Abogado lo expulsó. Antes que el Gobernador Civil, la Audiencia Territorial ya había enviado un oficio para que diera de baja a varios colegiados del Frente Popular, entre ellos Casares Quiroga, Basilio Álvarez y Ramón Suárez Picallo.

El presidente de la institución, Benito Blanco-Rajoy Espada, convocó una reunión extraordinaria de la junta de gobierno para abordar tan espinoso asunto. Varios miembros justificaron su ausencia y hubo que posponer la reunión decisoria. Pero tampoco hubo quorum. De los nueve componentes de la junta solo comparecieron tres y no estaban ni el presidente ni el secretario. Se decidió la expulsión, pero el acta, que fue notificada a la autoridad gubernativa, ni siquiera llevaba la firma de los tres miembros de la junta. Por tanto, Casares Quiroga, como sus compañeros, siguió perteneciendo a ilustre colegio.

Casares Quiroga se exilió en un primer momento en Londres, acogido por Negrín, y después se reunió en París con su mujer, Gloria Pérez, y su hija María Victoria, que sería la actriz célebre María Casares. La casa familiar de la calle Panaderas fue arrasada por los golpistas, que se incautaron también de su gran biblioteca, así como de todo cuanto había en Villa Galicia, la casa de veraneo que alquilaban en Montrove. Su otra hija, Esther, y su nieta, fueron retenidas en A Coruña, hasta los años cincuenta después de pasar por la cárcel.

"Elegante y refinadamente extravagante, asistía, en plan de dandy, a los mítines libertarios, cuando no le daba por mezclarse en las manifestaciones prohibidas, calzado con botas diseñadas por él y hechas en Madrid, cubierto con una capa increíblemente ancha de pura cachemira encargada in England y con sombrero a juego venido directamente of London". Así recordaba María a su padre, que tenía un Buick rojo y era dueño del Atlantic Hotel. "Antiguo señorito de La Coruña", le llamó Calvo Sotelo. Casaritos, le decían otros al político más odiado y perseguido.