Joaquim Brugué es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Cataluña y ostentó el cargo de director general de Participación Ciudadana de la Generalitat catalana entre 2003 y 2008.

- Usted fue director de Participación Ciudadana en la Generalitat de Cataluña, ¿diría desde su experiencia que es efectiva?

-Depende de cómo se haga. Yo creo que con la participación ciudadana, con la que ya llevamos bastantes años de experiencia, ha habido momentos en los que se ha utilizado de una forma banal, a veces para establecer relaciones con los vecinos o intervenir en temas de importancia secundaria, pero en realidad creo que es sobre todo importante en momentos como los que estamos viviendo ahora en los que hay que tomar decisiones políticas relevantes y complicadas. En este sentido es útil porque te ayuda a ganar la legitimidad de tomar decisiones, si no tienes la tentación de convertir el proceso de participación en trasladar la decisión a los otros.

- Habla de la importancia de su uso para temas relevantes, pero como también dice, solo se suele ver en cosas secundarias. ¿Por qué?

-Creo que hay una combinación de un cierto temor por parte de los responsables políticos de impulsar temas de mayor envergadura y la falta de predisposición que a veces hay por parte de los ciudadanos para repartir las responsabilidades. Es decir, si les preguntas cosas muy concretas cercanas a ellos, de acuerdo, pero si les planteas algo más relevante a veces cuesta más. Y esta combinación hace que por ejemplo, a lo mejor intervienen por una plaza concreta o por un parque delante de su casa, cuando lo interesante sería que debatieran el modelo de ciudad que hay detrás del urbanístico municipal. Por lo tanto, la participación debería contribuir a diseñar la política urbanística y no solo a tomar una pequeña decisión concreta.

- ¿Pueden los políticos tener la tentación de usarla para hacer campaña?

-En realidad uno de los peligros de la participación es que es fácil de instrumentalizar por parte de los políticos que la utilicen para legitimarse, para dar apariencia de cercanía a los ciudadanos, o lo que sea. Pero también puede ser instrumentalizada por la oposición o por grupos de interés o los propios vecinos. Por tanto, creo que la participación es una cosa muy delicada, que cuando uno inicia políticas de participación, y esto es lo que no siempre hemos sabido hacer suficientemente bien, hay que tener muy claro qué es lo que se está haciendo. Porque trabajas con temas sensibles, con las expectativas de la gente, con sus aportaciones y miedos en un ámbito político y, por lo tanto, si no tienes muy claro qué es participación y qué no es, cuál es la manera de desarrollarla, cuáles son los límites que tiene, enseguida digamos que te puedes ver metido en un lío porque unos lo instrumentalicen, otros se la quieran apropiar, unos lo vean de una manera y otros de otra...

- No suele darse una participación ciudadana masiva. ¿Cómo se educa en este ámbito? ¿Se debería empezar por el colegio?

-Es una cosa que siempre se dice, que los niños deberían estar más educados en este sentido, incluso en el colegio a veces hay experiencias. Pero yo creo que ahora se da una paradoja y es que en los últimos años, al menos la sociedad española, se ha politizado porque ha venido una crisis muy fuerte, han aparecido otros partidos políticos y ha habido movilizaciones en las calles y todos los indicadores nos dicen que la gente habla más de política. Lo que pasa es que es cierto que esto no lo sabemos de terminar de traducir en los procesos de participación, probablemente porque estos son promovidos por una institución pública y estas generan mucha desconfianza. La gente teme, a lo mejor equivocadamente, ser manipulada. Luego, los participantes oficiales, que son las asociaciones clásicas están también en un momento de profunda crisis y, por lo tanto, más allá de la educación de los niños, que siempre es importante, tendríamos que repensar cómo aumentar primero el crédito de las instituciones públicas.

- Algunas ciudades han puesto en marcha plataformas digitales de participación. ¿Es la herramienta clave?

-Por ella misma yo diría que no. Igual soy demasiado contundente en la respuesta, pero a veces me da la sensación que hay una cierta fascinación tecnológica, que está bien y que es evidente que una de las cosas que hay que hacer es poner nuevos canales de participación. Ahora, esto por sí solo no genera participación porque tiene que haber información y comunicación. Desde mi punto de vista es muy importante el intercambio de argumentos y esto en las redes se da con muchas dificultades. Además en ellas se generan muchos sesgos y las nuevas tecnologías terminan facilitando una participación muy individualista, y cuando lo que interesa es hablar sobre asuntos colectivos hay un desajuste entre un modelo de participación muy individualista y unos objetivos públicos.

- Entonces, ¿qué se debería hacer para que crezca?

-Lo que debería acabar fomentando, al menos un determinado tipo de participación que a mí me interesa, es vincularla a políticas públicas y dotarlas de contenido. Incluso, siendo un poco exagerado, dejar de hablar de participación y hacerlo de urbanismo, política social, modelo turístico... Y hablar de esto es hacer participación. Pero creo que puede ser un problema poner demasiado énfasis en la participación, porque lo importante es cómo la vinculamos con las políticas sustantivas y esto le puede ser de más interés para la sociedad.

- Aprovechando su paso por la Generalitat catalana, ¿qué opina sobre el procés ? ¿Cree que se han hecho las cosas mal?

-Las cosas se han hecho fatal. Se han hecho muy mal y ha acabado muy mal y soy muy pesimista en relación al futuro. Creo que se ha hecho muy mal por ambas partes. No se trata de ver quién tiene más responsabilidad, pero el Gobierno de España ha ignorado una situación durante muchos años que tiene sus razones, que estaba allí y no ha habido ningún tipo de reacción. Y luego desde Cataluña, yo no soy independentista, puedo respetar los objetivos independentistas, pero una cosa es que tú tengas un objetivo y otra es que seas un irresponsable a la hora de perseguirlo. Y creo que en Cataluña ha habido mucha irresponsabilidad en pensar que las cosas se podían hacer de forma unilateral y el resultado es que habrá un retroceso en el autogobierno, además de que hemos tensionado las relaciones con el resto de España e incluso internamente, Cataluña se está convirtiendo en una sociedad fragmentada y creo que entristecida por todo lo que está pasando. Por lo tanto, se puede prever un tiempo de cierta mediocridad y de mucho estancamiento.