Declan Hill (Canadá, 1972) revolucionó el mundo de los partidos amañados con su libro Juego sucio: Fútbol y crimen organizado, que le reportó tantos lectores como poderosos enemigos. Este alumno de Oxford acaba de visitar Mallorca, para establecer las conexiones de la mafia rusa desmantelada en la isla con el fraude de los encuentros futbolísticos de alto nivel.

-¿Puedo fiarme de un solo resultado deportivo?

-Claro, puedes fiarte de un montón de resultados, pero no puedes negar una proporción significativa de compraventa de partidos en cualquier Liga de fútbol. Hasta en Suecia, donde se canceló un encuentro por apaños.

-Suecia no debe tener la Liga más corrupta.

-Las clásicas son Chipre, Grecia o Italia. Y España, que es una puerta abierta para la corrupción. Una parte del problema son los jugadores que llegan a ponerse en huelga, porque se pasan seis meses sin cobrar. Un hombre en esta situación haría cualquier cosa para atender a sus hijos. Y en segundo lugar, los equipos que no se juegan nada al final de la temporada son muy fáciles de comprar. La solución es el sistema de playoff, donde los amaños carecen de sentido.

-¿Quién gana con todo esto?

-Por ejemplo, el mercado gigante de apuestas sobre el fútbol europeo que existe en Asia, y que se mide en centenares de miles de millones de euros. Una firma como Adidas factura diez mil millones, una sola empresa de apuestas de Manila llega a los cincuenta mil millones. Se aprovechan de la oferta en Europa, donde muchos directivos y entrenadores de clubes ganan fortunas con los amaños.

-Supongo que nadie se preocupará por amañar partidos de Segunda B, donde milita el Mallorca.

-En Francia se descubrió un partido amañado en Fréjus, en una categoría muy inferior a la Segunda B. Desde Asia apuestan cientos de miles de euros en cada partido del Real Mallorca. Son choques de interés para los apostantes, aunque nunca insinuaría nada contra ese club.

-¿Hasta dónde llegan los tentáculos de la red?

-Esto se ha hecho muy grande, y el problema ahora es que partidos que hace diez años no valía la pena comprar, se han hecho rentables. Todo gracias al mercado asiático, en un continente que cada vez cuenta con más gente rica. Desde allí se apuesta hoy en la liga femenina de Holanda. Conocí a un apostante que jugaba mil euros a un partido de la Segunda División de Islandia. Ni siquiera se me había ocurrido que existiera esa categoría.

-Hay amaños más inocentes, como forzar un saque de esquina o tocar el balón con las manos.

-Por supuesto, pero un jugador de la Primera División italiana me dijo que también detestaba estos engaños. "No soy un actor", me recordó, "soy un jugador de fútbol y odio tener que interpretar escenas teatrales, como forzar una tarjeta amarilla en un minuto determinado".

-¿El portero es el jugador clave para amañar un partido?

-Cualquier jugador sirve, pero se busca sobre todo a los más influyentes del equipo. Debido al peso que ejercen sobre sus compañeros, pueden inclinar las posturas de todos los demás.

-¿Ha disminuido la gravedad del problema desde que todos los países presumen de perseguirlo?

-Estamos en el mismo sitio, lo cual es una lástima. Es un problema de cultura, La gente habla como si estuvieran haciendo algo, pero en realidad no lo hacen. Es un simulacro, una actuación. Todo el mundo pronuncia las palabras correctas, "oh, esto es terrible" y blablablá. Pero no se toman medidas.

-¿Amplió usted su investigación al tenis?

-Sí. El fenómeno es el mismo, y el amaño es mucho más sencillo porque solo hay un jugador. "Yo jugaré mal el primer set, lo perderé y me recuperaré en el segundo". No se compra el partido, solo una manga, pero ambos tenistas saben que participan en un engaño.

-¿Los tenistas son más fáciles de comprar?

-Sí, porque en cuanto sales de los veinte o treinta jugadores con más ingresos en premios, muy pocos ganan dinero. Es un riesgo muy importante, aunque no estoy sugiriendo que todos estén implicados.

-¿Cómo se siente al haber sido atacado por el Estado de Singapur al completo?

-Tienes que preguntarte por qué me atacaban. Todo el mundo sabe que tenían una red internacional de compraventa de partidos desde Singapur, y la policía nunca los detenía. Lo cual significa que, o bien los policías eran increíblemente estúpidos, o que miraban a otra parte.

-Todos los países quieren presumir de limpieza.

-Singapur quiere presumir de pureza, pero no hicieron un buen trabajo a la hora de detener la corrupción.

-Investiga usted ahora en Mallorca.

-Porque estoy trabajando en otro libro sobre la mafia rusa, muy activa en esta isla.

-En sus libros, se involucra usted personalmente en la investigación.

-Son investigaciones neutras, pero es que no podía creer en la magnitud del problema hasta que lo contemplé con mis propios ojos.

-¿Mira debajo de su coche antes de encenderlo?

-Solía ser muy cuidadoso con la seguridad, pero ya no tanto.