Era inteligente, culta, sensible y se sentía atraída por las letras pero se topó con un hombre machista y acomplejado que no estaba dispuesto a que ella tuviera veleidades de poeta. Y esa fue la debilidad del teniente Morales quien, al enterarse por la prensa, el 4 de marzo de 1908, de que su prometida, la joven coruñesa Teresa Juega, iba a publicar un poemario - Alma que llora-, entró en cólera, se dirigió a la casa de baños La Primitiva, en Riazor, propiedad de la familia de la chica, y fuera de sí le dio tres tiros mientras gritaba: "Toma ese prólogo!". A continuación, se suicidó con la misma arma a pocos metros del lugar. La joven sobrevivió y, meses después, recuperada física y emocionalmente, encontró un hombre más acorde a su temperamento, Emilio Pereiro Quiroga, abogado y poeta ocasional, con el que se casó a los dos años y le dio larga vida; Teresa murió con 94 años.

El nombre de Juana Teresa Juega quedó impreso en las páginas de sucesos, desde luego, pero también en otras más gratas, y aunque hay quien sostiene que nunca más volvió a escribir, Eugenio Carré da cuenta de un poema en gallego titulado Á morte que, según el académico, quizá fue su última creación. De ser así, la advertencia del teniente Morales, que había dicho a su novia que se dejase de "silvas, sonetos y romances", habría surtido efecto. Pero no fue así.

José María Monterroso Devesa Juega, que se ocupó de la figura de su antepasada, desmonta tal creencia y afirma que siguió haciendo versos. "Entre sus composiciones se conservan unas 70 obras (una de ellas en prosa), y de los poemas alrededor de una docena están escritos en gallego: Á morte, Non chores, Gaita gallega, Galicia? arriba, Ilusiós, Bágoas, Meigallo, Saeta gallega, o A Xosé". Con 19 años había comenzado a colaborar con la prensa en el diario El Eco de Galicia y a principios de 1904 escribió Alma que llora, el poemario que originó el drama, prologado por el catedrático Leopoldo Pedreira.

Hija de un médico de Laxe, Ramón Juega Charlín, que había emigrado a Uruguay y contrajo matrimonio allí, Juana Teresa era uno de los ocho hijos del matrimonio. Nació también en esa localidad coruñesa en 1885 y le pusieron el nombre de una hermana ocho años mayor que murió de niña.

En Uruguay, Ramón Juega se instaló primero en la ciudad de Salto y luego en el pueblo de Tacuarembó, donde obtuvo gran predicamento como médico. La familia volvió a Galicia en 1898 y adquirió en A Coruña la casa de baños La Primitiva. Estaba situada en el chalé de Riazor, en el número 47 de la Avenida de Rubine, y en la primera planta del inmueble se instaló el matrimonio con los hijos. El padre murió un año después de llegar y se hizo cargo del negocio uno de sus hijos, que lo explotó hasta los años cuarenta.

Los trece años que pasó en Uruguay dejaron huella en Teresa, que le dedicó un nostálgico verso de juventud: "Tacuarembó bendito, tierra de mis amores/ donde durmióse el alma entre ventura y paz/ tierra por mí añorada, bello vergel de flores/ donde nació mi madre, donde empecé a gozar./ Donde pasó mi infancia envuelta en los anhelos de célicas venturas de una niñez feliz,/ niñez que cobijaste con tu radiante cielo:/ por eso no te olvido, por eso pienso en ti".

Teresa Juega y Emilio Pereiro, quien llegaría a ser alcalde de Arzúa durante catorce meses y fue secretario municipal, se casaron en Culleredo y vivieron en Melide hasta el fin de sus días. Pereiro publicó poemas en la Revista Gallega, de A Coruña y en Follas Novas, de La Habana, en gallego y en castellano.

Las inclinaciones literarias de Teresa Juega no eran del agrado del teniente Morales, hombre conservador y de fuerte carácter que servía en el regimiento Isabel la Católica, y se mostraba harto de soportar las gracias y comentarios jocosos de sus compañeros de armas sobre su novia poeta. Ver en la prensa, cuando desayunaba, la reseña del libro de su amada, aquel día de marzo, encendió su ira hasta desencadenar una tragedia en la casa de baños.