Cada trimestre, cada mes y cada año el Gobierno y el PP no hacen otra cosa que sacar pecho porque, según ellos, se está reduciendo el paro y creando empleo de manera extraordinaria y que, si no fuera por Cataluña, esto sería Jauja. La crisis, según Rajoy, es cosa del pasado. Supongo que, como para él, la corrupción. A esta apreciación se suman con entusiasmo cabeceras, columnas y tertulias que se menean por la llamada macroeconomía como pez en el agua.

La realidad, cruda, de calles y hogares contrasta tanto con las prédicas partidistas y mediáticas que el personal, mientras se lo ha creído, se consideraba una maldita excepción en medio de la bonanza porque él, ese personal, está sin empleo, o lo tiene a ratos, o sigue siendo pobre, o es jubilado o funcionario y cada día puede comprar menos cosas, o tiene que apagar la calefacción, o le cortan la luz, o sus hijos maduros vuelven a casa, o tiene que emigrar obligado, o no puede planear su futuro, o lo de tener hijos ni pensarlo aunque se le pase el arroz y por mucha depresión demográfica que se sufra, o no le queda otra que emplearse a fondo en la chapuza sumergida. A estas alturas el personal ya no se cree aquellas prédicas al comprobar que pasa el tiempo y lo suyo no es una excepción, porque la pobreza crece y se hace crónica, porque la precariedad en que vive se extiende y se consolida, porque está firmando más contratos que días trabaja, porque las clases medias más afortunadas están volviendo al pluriempleo para resistir, porque la desigualdad entre unos y otros y entre unos y otras se ensancha como si la tierra se abriera y se profundiza tanto que ni se ve el fondo del abismo. Por eso ahora el personal ni se cree esas prédicas ni se cree nada y está llegando a la conclusión de que no hay nada que hacer y de que llegó el momento del "sálvese quien pueda", tan a cara de perro que ni siquiera funciona aquello de "las mujeres y los niños primero". Por eso los niños y las mujeres están siendo las primeras víctimas de esta precariedad creciente y rampante.

Será, para mí decía, que la receta de crear empleo para salir de la crisis o de la pobreza no funciona. "Y cuando el rostro volví hallé la respuesta viendo" que, lo que se dice estar creando, no es empleo, sino subempleo, ¡idiota!