Los Manuzio de Venecia fueron los grandes editores del Renacimiento. Aldo Manuzio, considerado el primer editor literario de la historia, inventó la letra cursiva, introdujo el punto y se adelantó a la idea del libro de bolsillo. Editor de culto en toda Europa, recuperó la obra de los clásicos griegos y latinos. Su hijo Paolo Manuzio y su nieto, Aldo Manuzio el Joven, continuaron la labor del precursor, cuyos libros, con bellas ilustraciones y cuidada tipografía, fueron objeto de copia. La Biblioteca del Consulado de A Coruña tiene la fortuna de conservar cuatro obras aldinas, una de las cuales procede de la biblioteca del ilustrado José Cornide Saavedra y el resto perteneció al fundador de la institución, Pedro Antonio Sánchez Vaamonde, otra gran figura de la Ilustración coruñesa.

La mayor parte de los libros que guarda la biblioteca gallega pertenecen a la etapa de Aldo Manuzio el Joven y son de temática clásica, como unos comentarios a la obra de Julio César, otro sobre las instituciones de la lengua griega, del lingüista Nicolaus Clenardus (1570), y una Gramática griega ( Epitome Orthographiae), publicada en 1575. Otro de los libros -de 1516, perteneciente a la época de Paulo Manuzio, hijo del fundador- es de Cayo Suetonio Tranquilo.

A pesar del gran valor bibliográfico de estos libros, su existencia ha pasado inadvertida. Incluso cuando hace dos años la Biblioteca Nacional Española -que posee nueve ejemplares aldinos- conmemoró con una exposición el 500 aniversario de la muerte de Aldo Manuzio el Viejo, apasionado gramático que, en 1489, casi cuatro décadas después de la invención de la imprenta, se estableció en Venecia, el gran centro impresor de Europa de la época.

Aldo Manuzio fue el primer impresor humanista que elaboró un catálogo y se preocupó por editar libros que resultasen atractivos a quienes se pudiesen permitir comprarlos. Redujo el tamaño del libro para hacerlo manejable y poder ser leído paseando o en la cama -el antecedente de lo que hoy se considera libro de bolsillo- y editó los textos inaugurales de la cultura occidental en su lengua original, el griego clásico, para lo cual contaba en el taller impresor con un nutrido grupo de empleados originarios de aquel país.

En gran editor (Bassiano, 1449-Venecia, 1515), además de utilizar una tipografía exquisita, dirigía él mismo las ediciones y escribía los prólogos de las obras, incitando a leer, valorar y adquirir los textos. También imprimía catálogos de precios de las obras para difundir entre los vendedores. Con Manuzio nacía así la primera editorial literaria tal como se conoce hoy.

Al impresor humanista se debe la publicación de uno de los libros más bellos y misteriosos, El Sueño de Polífilo (1499), ilustrado con xilografías, que constituye una verdadera obra maestra del arte del libro. Está considerada la primera novela gráfica de la historia y cosechó gran éxito hasta el siglo XVII.

El escritor y editor argentino Alberto Mánguel recreó en un artículo el trabajo de los editores venecianos: "El punto es una invención del Renacimiento. Hasta entonces, el final de una frase escrita se indicaba con espacios en blanco, letras al margen o una combinación de signos tipográficos. Por fin, en 1566, las cosas cambiaron. Aldo Manuzio el Joven, nieto del gran imprentero veneciano a quien le debemos la invención del libro de bolsillo, definió el punto en su manual de puntuación, el Interpungendi ratio. En un latín claro e inequívoco, Manuzio describió por primera vez su papel y su aspecto. Pensó que estaba preparando un manual para tipógrafos; no podía saber que estaba otorgándonos a nosotros, futuros lectores, los dones del sentido y de la música. Gracias a Manuzio, hoy tenemos a Hemingway y sus stacattos, a Becket y sus recitativos, a Proust y sus largos sostenidos".

Aldo Manucio el Joven (Venecia, 1547-Roma, 1597) heredó de su abuelo, que tenía una de las mejores bibliotecas de Europa, el interés por la cultura clásica. Hijo de Paolo Manuzio, se hizo cargo en 1565 de la dirección de los talleres venecianos, donde desplegó una intensa actividad como editor y autor de eruditos tratados, como el estudio filológico Commentarius al Ars poetica de Horacio (1572), que le dio un gran prestigio intelectual. Fue secretario del Senado de Venecia y en 1585 abandonó la imprenta familiar para dar clases en la universidad, primero en Venecia y después en la de Bolonia, Pisa y Roma, donde dirigió la Imprenta Vaticana.

Manuzio el Joven recuperó la fama de los talleres, dio nuevo lustre a la tipografía de su abuelo y amplió su biblioteca a 80.000 volúmenes. Después de él, llegó la decadencia. De Venecia y de la célebre imprenta.