- ¿Cómo se encuentra?

-Muy bien, recuperado, tomándome las cosas más tranquilas porque la vorágine de la vida hace que uno a veces se pase de revoluciones. Disfrutando este momento, y a punto de terminar nuestra temporada en Buenos Aires este fin de semana y ya viene el descanso previo para ir a España.

- Los números de Les Luthiers son atemporales, pero ¿cuál es la fórmula para seguir despertando el interés del público?

-La palabra clave es la atemporalidad, es fundamental, porque nuestro humor se basa en cosas tomadas del absurdo de la vida cotidiana y de sus personajes palpables y diarios. Y está hecho con un estilo y una forma que pasa el tiempo y siguen vigentes. En 2015 estrenamos en España un espectáculo cuyo hilo conductor son dos políticos corruptos que buscan un músico de poca monta para modificar el himno nacional y nos preguntaban si había alguna coincidencia con la realidad política. Contestábamos que esto se creó en 1996. No se había cambiado una coma, lo que va mutando es la política no nosotros.

- Como si alguien ve ahora alguna similitud en el show con lo que ocurre en Cataluña.

-Claro, es como un extraño. Pero nosotros hemos logrado ese equilibrio y esa cosa de hacer algo que perdura en los años, y que la gente pueda seguir riéndose.

- El fallecimiento de Daniel Rabinovich en 2015, a quien sustituye usted, y la jubilación de Carlos Núñez, ha tenido relevos que no alteran ni la marca ni la personalidad de Les Luthiers

-Ese es el espíritu. Les Luthiers se va renovando y no tiene que perder ni un gramo de calidad, ese es el objetivo principal. Cuando nosotros no podamos brindar la calidad de toda la vida Les Luthiers se acabará. Hasta ahora lo hemos conseguido. Hoy en día somos tres históricos y tres nuevos, el espectáculo es el mismo, las carcajadas también, y de momento y hasta ahora, vamos por el buen camino.

- La biogr afía en la web del grupo lo presenta como un antiguo reemplazante, ahora fijo, con una simpatía y aspecto físico que "le permiten integrarse en Les Luthiers sin que el público normal sospeche que se trate de una incorporación reciente" .

-[Risas] ¡Imagínate! Siendo yo seguidor de Les Luthiers desde los diez años, Daniel [Rabinovich] era mi cómico de cabecera, y evidentemente hay cosas que tienen que ver con él que salen de forma inconsciente, movimientos naturales que no busco hacerlos. Cuando uno se refleja en alguien desde chico ocurren esas cosas.

- Acaba la gira de ¡Chist! ¿Tiene Les Luthiers nuevo espectáculo en construcción?

-En principio, el proyecto y el futuro tienen que ver con seguir haciendo antologías, porque me parece que el material es tan rico y tan amplio que merece ser recuperado para que las generaciones mayores las vuelvan a ver, y para que la gente joven conozca estas maravillosas obras. Siempre se va a incorporar algo nuevo, un instrumento, algo que renueve, pero no va a haber un espectáculo nuevo como fue Lutherapia. Es una decisión de los fundadores, y si tienen ganas, porque un espectáculo nuevo supone un desgaste enorme, y por ahí están un poco cansados para pasar semejante prueba. Las antologías son como más tranquilas, es repasar. Por ejemplo, ahora estamos en Buenos Aires con la antología Gran Reserva, donde no hay hilo conductor y volvimos al formato antiguo de Les Luthiers, que eran números sueltos, y tiene un éxito arrollador porque se han elegido buenas obras.

- El premio Princesa de Asturias 2017 les reconoce un rol de comunicadores más allá de la vertiente humorística.

-No es un premio a una labor artística sino al aporte que Les Luthiers hizo a la humanidad de habla hispana. Las generaciones se han criado y crecido con una sonrisa gracias a Les Luthiers.