Feminista, politóloga, escritora, abogada? la lista es larga para definir a Freeman (Atlanta, Georgia, 1945), una histórica figura del movimiento feminista en Estados Unidos que se encuentra este mes en España para dar una serie de conferencias en diversas ciudades.

-¿En qué momento está el movimiento feminista? ¿Hacia dónde se dirige?

-Eso es muy difícil de predecir. En las sociedades democráticas, históricamente, ha habido una eclosión cada 30 o 40 años, aunque no es cíclico y no lo puedes predecir. Lo tuvimos en los 60 y 70 en los Estados Unidos y también en Europa y, realmente, es hora de que haya otro.

-¿El feminismo necesita otro resurgimiento?

-Sí. En mi generación se trabajó sobre un problema concreto: el acceso a los trabajos masculinos pese a que estaba bien que la mujer trabajara. Eso ya está superado. Si una mujer quiere trabajar, es capaz de hacerlo. El siguiente gran reto para el feminismo es cambiar lo que los hombres pueden hacer. No hemos conseguido todavía el consenso social de que está bien que los hombres asuman la responsabilidad total de cuidar a los niños. Algunos hombres han empezado a hacerlo, pero la sociedad no lo ha aceptado, los empleadores no lo han aceptado y el resto de hombres lo ven mal. Es un cambio cultural. En mi generación utilizamos la ley para traer el cambio, pero es muy difícil hacer una que diga que tienes que criar a tus hijos; no puedes hacerlo.

-Debe ser un cambio de abajo hacia arriba.

-Sí, y para eso necesitas a los movimientos sociales. Ayudan a cambiar el pensamiento de la gente, no puedes cambiar lo que piensa la gente desde arriba.

-Ese sería el reto, ¿y cuáles son las amenazas?

-Básicamente, le pedimos a los hombres que cedan parte de su poder. Es realmente muy difícil. Los retos son en sí mismos amenazas. La idea de igualar los salarios entre hombres y mujeres todo el mundo piensa que es una buena idea. Definitivamente hemos superado que el hombre tenga que cobrar más para sacar adelante a su familia, pero aún tenemos inequidades de salario. En esto sí es algo en lo que se puede legislar.

-A nuestro presidente le acaban de pedir que se legisle sobre esto y lo ha rechazado...

-Definitivamente en esto España está detrás del resto del mundo, porque los países desarrollados tienen leyes así. No significa que estén funcionando correctamente, pero tienen la ley.

-Tener la ley es un primer paso.

-Sí, es un primer paso. Pero si no las tienes.... Si se piensa que no es el momento de afrontarlo, realmente es estar muy desfasado. España debería haberlo hecho hace mucho tiempo.

-Aquí hay todavía la sensación de que es muy difícil compaginar casa y trabajo.

-Es difícil en todo el mundo porque las mujeres tienen la responsabilidad primaria sobre los hijos. Los países nórdicos van a la cabeza en aceptar que los hombres tienen la misma responsabilidad y en hacerlo posible con bajas de maternidad y de paternidad. Los países anglosajones se están moviendo, pero aún están ahí. Hemos aceptado la idea de que está bien que la mujer tenga trabajo y familia pero todavía no hemos institucionalizado la práctica, aunque creo que en España aún no ha cambiado ni el consenso social. Hay que hacerlo público. Si el presidente ha rechazado afrontarlo, es una respuesta bastante reaccionaria.

-¿Qué piensa del movimiento de las actrices norteamericanas #Me Too de denuncia de casos de acoso sexual en la industria?

-Para luchar por tus derechos debes tener una masa crítica suficiente: si sois pocas va a ser extremadamente difícil que te escuchen, vas a ser atacada, excluida, ignorada.... Una masa crítica vendría a ser entre un 20 o un 30%. Cuando se llega a ese porcentaje en una organización, ya puedes hablar en alto porque otras mujeres van a apoyarte, entonces tienes el tipo de respaldo para conseguir un cambio. En el #Me Too creo que se ha llegado a esa masa crítica.

-¿Es hora de apoyar a quien alza la voz?

-Sí, durante muchas décadas, las mujeres que se sentían atacadas y hablaban no recibían apoyo, nadie las creía. Eso ha cambiado. Pienso que en eso el desencadenante ha sido Trump. Cuando se supo de esas cintas en las que alardeaba de ir agarrando a mujeres por sus partes indignó tanto a todo el mundo que se generó una respuesta.

-¿Ha sido Trump un revulsivo para el feminismo?

-Sí, en la gran marcha de Nueva York escribí un artículo: "Te tenemos que agradecer esta marcha, nos has hecho despertar".

-¿Qué ha perdido EEUU con la derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales?

-Nos ha hecho quedar como muy atrasados. Odiaría ser una diplomática americana ahora mismo. Fue una oportunidad perdida. Clinton era una mujer pero estaba respaldada por el sistema, por lo mismo de siempre y esa percepción le costó muchos votos, no sé si las elecciones, pero sí muchos votos, incluidos los de muchas feministas que no la quisieron por eso.

-¿Tendrá EEUU una mujer presidenta en algún momento?

-Sí, pero no sé cuándo. En uno de mis artículos conté cuántas mujeres habían optado a ser presidenta desde 1964 hasta 2007, antes de Clinton. Conté unas cincuenta. Es una exposición gradual hasta que la gente se acostumbra a esa idea. La próxima que lo intente no tendrá tantos problemas por ser una mujer como Clinton que, además, tenía el peso de estar casada con quien lo estaba. El cambio cultural es muy lento porque es muy difícil, pero sucede, solo hay que seguir trabajando en ello.