Whispers in the Dark es el título de la obra que ha convertido a Juan Durán en el primer compositor gallego que gana el Premio Reina Sofía de Composición Musical. De unos veinte minutos de duración y escrita para gran orquesta, su autor define esta pieza como "un gran paisaje sonoro", una obra evocadora, "que abre las puertas a la imaginación". Asegura el compositor que la música sinfónica es una carrera de fondo que requiere "mucho tesón, mucha fe en uno mismo y mucha salud".

-¿Cómo vive el compositor del siglo XXI su tiempo?

-Con bastante dificultad porque los compositores sinfónicos tenemos un cauce limitado, y, además, nuestra música necesita mucho esfuerzo humano, y por tanto económico, para ponerla en funcionamiento y tampoco hay un mercado que la consuma como se consume la música ligera. Hay que tener mucha voluntad, mucho tesón, mucha fe en uno mismo y mucha salud para resistir. Esto es una carrera de fondo.

-¿En algún momento le han dado ganas de tirar la toalla?

-A mí no, pero conozco a más de un colega que se quedó por el camino porque no fue capaz de soportar la frustración. Y la tolerancia a la frustración en esto del arte tiene que ser muy grande. Haces lo que haces porque realmente te gusta. Luego, si te lo premian, eso ya es un regalo.

-Hay voces que dicen que la música clásica es demasiado elitista y que habría que acercarla al público. ¿Comparte esta opinión?

-Sí, aunque muchas veces esperamos que sean los demás los que nos acerquen a la música. Nosotros también tenemos que hacer el esfuerzo de acercarnos a ella. El problema es que la música ocupa tiempo, tiempo físico del reloj. No es como un museo, que puede recorrerse en diez minutos o en días, depende de las ganas que tenga uno de pararse a ver un cuadro. Para escuchar una obra sinfónica hay que estar el tiempo que dure sentado, concentrado para no perderse. La música es un arte que exige un esfuerzo muy grande por parte del receptor.

- ¿Falta educación musical?

-La música es lo que a uno le llega, lo que transmite una emoción y provoca una emoción. Cuando esto pasa, es cuando funciona. La música no hay que entenderla; hay que disfrutarla, gozarla.

-¿Las orquestas incluyen en sus repertorios suficiente música de compositores gallegos actuales?

-Muy poco. Las orquestas, y no solo las de aquí, todas, apuestan a caballo ganador y programan las sinfonías de Beethoven, Mozart, Tchaikovsky... porque saben que con estas van sobre seguro. Ahí sí que hace falta una actitud de poner en valor la música gallega, la histórica y la actual.

- ¿Cuál es la situación actual de la creación musical en Galicia?

-Difícil, pero puedo decir que hace treinta años, cuando comencé a escribir mis primeras obras, la cosa estaba muchísimo peor. Hoy hay más oportunidades para estrenar y para desarrollarse como músico, gracias a internet. Hay una imposición mediática de determinada música, pero el público no se equivoca y, al final, lo que sobrevive es lo bueno.

-¿Somos conscientes del nivel de los músicos gallegos?

-No. Creo que debería haber más cobertura por parte de la televisión y del resto de medios, porque hay un tipo de música que parece que es la única que hay que promocionar y que difundir. No podemos entender por música gallega solo la gaita o un grupo folk, que por supuesto lo son y tienen todo mi respeto. Hay otra música, la que hacían Montes, Chané, Pascual Veiga... de la que hay que acordarse también.