Sonia Hernández Pradas es doctora y profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad Francisco de Vitoria y miembro del Centro de estudios de Derecho Internacional Humanitario de Cruz Roja Española. Su principal preocupación y también su pasión es el papel de los menores en los conflictos armados, un asunto que descubrió cuando empezó a trabajar en su tesis doctoral sobre El niño en los conflictos armados. Marco jurídico para su protección internacional, en la Universidad San Pablo CEU, bajo la dirección del catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Pérez González. Esa línea de investigación le ha llevado a trabajar en estos años sobre niños afectados por conflictos armados.

-Los niños son las grandes víctimas de las guerras.

-La infancia es en estos momentos protagonista de conflictos armados como víctimas civiles. Y lo es además desde dos perspectivas. Una es la lucha interétnica y cultural, en la que ellos suponen un futuro con el que la otra parte quiere acabar, eliminar. Y la otra perspectiva es su utilización como instrumento. Son los niños soldado, que ya suponen generaciones enteras en muchos países.

-¿Cuántos niños soldado hay aproximadamente en el mundo?

-Las organizaciones internacionales calculan que unos 300.000 en los 33 conflictos armados activos que había en 2017.

- Hay organizaciones internacionales que realizan un esfuerzo ímprobo por rescatar a estos menores. ¿Obtienen resultados satisfactorios o hay un estancamiento?

-Hace varias décadas, desde los años 90, el esfuerzo de organismos y organizaciones no gubernamentales internacionales ha empezado a obtener éxito, sobre todo con la desmovilización gracias a la negociación, a los acuerdos de revisión de reclutamientos y con recuperación y reintegración. Aunque los resultados no se ven rápidamente, sí se están obteniendo frutos.

-La situación de la infancia en los conflictos bélicos se agrava en el caso de las niñas.

-Es un problema muy grave al que no se ha dado la suficiente importancia, porque son utilizadas como esclavas sexuales. Se interrumpe su vida, su educación, su futuro... y sin límites de edad.

-Cuando se habla de los niños soldado, ¿de qué edades se trata?

-La facilidad de manejo de las armas actuales permite que niños de cinco años las puedan utilizar. En el caso de las niñas, actúan además como cocineras, mensajeras, y al llegar a una determinada edad, ya como soldados y también como esclavas sexuales.

-¿Es más complicado en los países donde en el conflicto armado hay yihadistas?

-Es todavía peor, porque en esos casos no hay con quién negociar ni posibilidad de intervenir para evitar el reclutamiento de los niños, a los que además les adoctrinan y se les adiestra para dar continuidad a la actividad terrorista e incluso para que se autoinmolen. El desarrollo y la evolución de esos pequeños es totalmente negativa. Ahí la intervención internacional es prácticamente imposible.

-¿Cómo reaccionan y evolucionan los niños soldado cuando se les consigue rescatar?

-El proceso de readaptación es muy largo y extremadamente difícil, porque tienen unas heridas de carácter psicológico terribles. Les someten a unos adiestramientos feroces, les vuelven inhumanos, sin sentimientos, para que sean capaces de cometer atrocidades. Pasan por experiencias muy traumatizantes y cuando se dan cuenta de lo que han hecho entran en profundas depresiones, muy graves, porque entonces son conscientes de las barbaridades que han cometido. Además, a veces son drogodependientes, tienen costumbres y hábitos muy arraigados y los buscan los grupos armados para volver a reclutarlos.

-¿Hay muchos casos de éxito?

-Es muy difícil cuantificarlos, porque llega un momento en que se reincorporan a la sociedad y se les pierde la pista. Sabemos que sí los hay, muchos. En los centros de Sierra Leona se han conseguido muy buenos resultados, pero con enormes dificultades y más en el caso de las niñas, porque al ser utilizadas como esclavas sexuales, muchas han sido madres siendo aún niñas, han contraído enfermedades venéreas... Es terrible. En cualquier caso, aunque el grado de éxito no se pueda medir, con que se consiga rescatar a muchos es un logro porque por el valor de cada uno de ellos ya merece la pena el esfuerzo.