Gustavo Suárez Pertierra ocupa desde febrero el cargo de presidente de Unicef Comité Español. El que fuera responsable de las carteras de Educación y Ciencia y Defensa durante el cuarto gobierno de Felipe González, asegura sentirse "honrado y agradecido" con esta nueva etapa profesional. Y es que, aunque siempre ha estado trabajando en el ámbito público, "cuando a un responsable político en cuestiones sociales, como la educación, le ofrecen este puesto es un privilegio. Una cosa es estar diseñando políticas educativas en un despacho y otra participar en una organización como Unicef, máxima organización de referencia para la infancia en el mundo", señala.

-Vive España estos días consternada por el asesinato del pequeño Gabriel. ¿Cómo ha vivido el caso?

-Es un acto completamente execrable. En Unicef lamentamos profundamente este hecho, y desde aquí quiero enviar mis condolencias a la familia del pequeño Gabriel. No se puede imaginar nada más doloroso en esta vida que la pérdida de un hijo, y más en estas circunstancias. Muchas veces quienes tienen la obligación de proteger a los niños no lo hacen. Hay que dar prioridad a garantizar que los niños y niñas vivan en ambientes donde no sufran, ya sea en el colegio, en casa y en todos los lugares donde desarrollan su vida.

-¿Cuáles son las tres mayores amenazas de la infancia a nivel mundial?

-La primera sin duda es la supervivencia. Es cierto que en este ámbito hemos avanzado más en los últimos 50 años que en los 500 anteriores, y vamos por la buena senda, pero no podemos olvidar que 15.000 niños mueren cada día por causas previsibles y en circunstancias terribles. La segunda amenaza presente es la exclusión social. Ahí están los menores que son víctimas de la violaciones, de abusos, que se ven obligados a hacer trabajos en edad infantil. Y la tercera es la educación. En la actualidad tenemos 60 millones de niños que no pueden acudir a la escuela. Es un círculo que solo se puede romper con medidas educativas.

-El Pleno del Congreso abrió la puerta a la derogación de la prisión permanente revisable. ¿Qué opinión le merece?

-Yo obviamente como ciudadano tengo mi opinión, pero como representante de Unicef debo ser cuidadoso. Yo creo que aquí hay que primar la construcción de un entorno protector para los niños, que sea muy difícil que quien quiera hacerles daño lo consiga. Obviamente esto se hace con la legislación, pero también impulsando normas y políticas de protección que sean capaces de erradicar todos los tipos de violencia contra los menores.

-¿Le preocupa el acoso que los menores puedan sufrir por el mal uso de la redes sociales?

-El uso de las redes sociales es algo que no se puede erradicar, pero hay que trabajar para encauzado. No se puede permitir una utilización perversa de estas redes. Tenemos que trabajar con la legalidad de los entornos laborales y escolares, es decir, hay que estar pendientes de los niños, tanto en el colegio como en casa. Los padres tienen la obligación de controlar el uso que sus hijos hacen de las redes, y es importante que no tengan acceso a internet de forma libre. No es que no se puedan usar, es que hay que hacer un uso adecuado de ellas, y también es esencial ofrecerles a los niños otras opciones. Que no dejen por usar las redes sociales de leer un libro o de jugar, porque el juego es esencial para el desarrollo de un niño.

-Según los datos que maneja Unicef, ¿cómo somos los españoles en cuestión de solidaridad?

-La sociedad española es tolerante y muy solidaria. Unicef tiene en España en torno a 380.000 socios, que contribuyen con una cuota media bastante elevada. Si sumamos la contribución que los españoles hacen a UNICEF anualmente, sería el equivalente al presupuesto necesario para garantizar la educación anual de todos los niños que han tenido que marchar de Siria a Jordania, por ejemplo. Otro de los datos que describe bien el comportamiento de la sociedad española, es que responde a las emergencias aunque éstas no le toquen de cerca.

-¿Qué le aporta este trabajo que no le ofrecieron los cargos anteriores?

-La oportunidad de defender los derechos de la infancia. El orgullo de trabajar en una organización donde el 85% son voluntarios. Proteger a los niños.