Con la clausura de la Comandancia Naval de Marina, los consignatarios de buques del puerto no sólo temen que las funciones del organismo vuelen hacia Ferrol, como de hecho así ha sucedido, sino que también recelan de que ocurra lo mismo con el tráfico marítimo militar que hasta el momento se registraba en los muelles coruñeses.

Lo ven como una consecuencia inmediata derivada de la decisión del Ministerio de Defensa de cerrar la institución en la ciudad, en especial el director de una de las empresas consignatarias que trabaja habitualmente con las embarcaciones de guerra durante sus escalas en la ciudad, Rubine e Hijos. Luis del Moral duda que los navíos militares continúen atracando en la ciudad una vez que se ha marchado la comandancia, con la que era obligatorio gestionar los trámites necesarios para que un barco de estas características fondease en los muelles coruñeses.

Cuestiona que, teniendo ahora que completar todo el papeleo a través del Mando de Acción Marítima de Ferrol, los barcos continúen acercándose hasta la ciudad. Por puro sentido práctico. "Si dependemos de Ferrol, donde hay una base militar, les será más fácil llevar el barco allí", expone Del Moral. "Cualquiera sabe", añade cuando se le cuestiona sobre un posible descenso en el número de barcos militares que llegan a la ciudad. Más claro lo tiene si compara las instalaciones disponibles en una y otra ciudad, A Coruña y Ferrol, para dar cobijo a este tipo de embarcaciones: "Lo normal es que se vayan a Ferrol, como servicio militar".

Los consignatarios, sin embargo, prefieren esperar a que el Ministerio de Defensa se pronuncie acerca de la presencia de barcos militares en instalaciones de carácter civil. "A lo mejor la ministra dice que sólo quiere que haya barcos militares en los sitios donde existan bases", aventura Del Moral. Hasta entonces, aguardan también que Defensa les detalle qué trámites deben seguir ahora en caso de que un buque de guerra solicite su atraque en el puerto. Como denunciaban ayer, en el momento de conocerse el cierre definitivo de la Comandancia Naval, nadie les ha trasladado el nuevo proceso para gestionar la entrada de las unidades navales militares en la ciudad.

Con la comandancia local todavía operativa, empresas como Rubine e Hijos suministraban a los buques de guerra el apoyo logístico y administrativo necesario para su estancia en la ciudad. Desde el combustible hasta los víveres para la tripulación, todo pasaba por las empresas consignatarias; también los coches de alquiler en caso de ser necesarios.

El caso particular de Rubine contrasta con las sensaciones que la clausura de la Comandancia Naval despierta en el presidente de la Asociación de Consignatarios y Estibadores, Francisco Santiáñez, quien recuerda que muchas de las funciones del organismo, excepto las que han sido transferidas ahora al Mando de Acción Marítima de Ferrol, ya habían sido traspasadas a Capitanía Marítima. "No nos va a afectar, hace muchos años que no tiene capacidad", mantiene Santiáñez. Concretamente desde 1992, cuando el Gobierno decidió que el tráfico marítimo civil fuera controlado por las capitanías, reservando las funciones de las comandancias para los convoyes militares.

Santiáñez, al contrario que Del Moral, duda que las embarcaciones militares dejen de hacer escala en la ciudad, a pesar de que todo el trabajo administrativo tenga que efectuarse ahora en Ferrol, como él mismo reconoce. Reconoce sin embargo, al igual que el director de Rubine, que tampoco nadie del Ministerio de Defensa le ha explicado a la asociación cómo deben seguirse los trámites ahora para este tipo de naves.