El jefe y el gerente de una empresa de transportes han sido demandados por una mujer que los acusa de haberla acosado hasta provocar que cayese enferma. Los hechos que la joven relata en la demanda comenzaron a principios del año pasado, cuando sus jefes empezaron presuntamente a reñirle cada vez que la veían hablando con algún compañero. Los acusados, a través de su abogada, reconocieron ayer en el juicio que se celebró en el Juzgado de lo Social número 2 que se les había prohibido a los transportistas subir a las oficinas y a las administrativas bajar al almacén.

. Alejamiento. La empresa admitió que había tomado esta medida después de recibir quejas de algún trabajador, quien aseguró sentirse molesto por la continua presencia de la joven en la zona de la nave donde se realizan las cargas y descargas. Según los denunciados, tomaron la decisión de evitar el contacto entre las administrativas y los conductores por una cuestión de "productividad", pues entendieron que hablaban demasiado entre ellos y tardaban más en hacer el trabajo.

Para la denunciante, sin embargo, la decisión sólo pretendía alejarla de sus compañeros. La abogada de la empresa afirmó ayer en su contestación a la demanda que la continua presencia de la joven despistaba a los transportistas, a quienes solía invitar -según los denunciados- a tomar café.

. Baja productividad. Los acusados sostienen que la trabajadora enviaba de forma sistemática fotos y correos electrónicos a sus compañeros, lo que en su opinión afectaba a la productividad. La defensa niega todas acusaciones que se recogen en la demanda, incluida la de acoso sexual, y asegura que la denunciante está enfrentada a la empresa porque el sindicato al que ella pertenece no logró los resultados esperados en las últimas elecciones.

. Relaciones sentimentales. En la demanda se afirma que la dirección de la empresa relacionó sentimentalmente a la joven con varios trabajadores de la nave, además de acusarla de provocar al personal con su vestimenta y de despistar a los hombres e impedir que hiciesen su trabajo. La joven acusa al propietario de la empresa de llamarla "puta" y decir en presencia de otros trabajadores que es "ligerita de cascos" y que "se toma la nave como una pasarela".

. Acoso sexual. Para el abogado de la perjudicada, la mujer fue también víctima de acoso sexual y por razón de sexo. Acusa al jefe de dirigirle a la trabajadora frases como "estás muy buena", "quién tuviera veinte años menos", "qué alegría para la vista" y expresiones similares cada vez que subía las escaleras. Le mandaba, supuestamente, pasar por delante de él mientras le decía que le alegraba la vista. Afirma también que le pidió a las trabajadoras que le diesen un beso todos los días antes de marcharse para casa y de bajarse los pantalones en el archivo en una ocasión para mostrarles a las chicas lo "modernos" que eran sus calzoncillos. En otras ocasiones, les contaba supuestamente a las empleadas con todo lujo de detalles sus relaciones sexuales y, según la demanda, le llegó a pedir a la trabajadora que simulase tener con él una relación sentimental para dar celos a otra mujer.

. Testigos. Un compañero de la perjudicada al que echaron de la empresa después de haberse presentado a las elecciones sindicales declaró ayer en la vista oral que a la denunciante se le prohibió hablar con los chicos porque pensaban que ella era la cabecilla de todas las reivindicaciones que los empleados hacían. Negó que la joven se subiese a las carretillas elevadoras y aseguró que, cuando se tomaba un té con ella en una salita donde hay instaladas máquinas expendedoras, lo hacía al acabar su trabajo. Los testigos de la defensa, sin embargo, sostuvieron que sí molestaba al resto de trabajadores con su continua presencia en la nave y alguno afirmó que la había visto subida a los vehículos que se utilizan para transportar mercancía en la instalación, aunque la joven nunca fue sancionada por comportamientos indebidos en su puesto de trabajo.

. Miedo. En el juicio se comprobó la autenticidad de tres mensajes de texto que la denunciante recibió de una compañera, quien le decía que no podía declarar en el juicio debido al miedo que siente hacia los denunciados. Una psicóloga de la mutua de la empresa denunciada explicó que la joven -para quien se piden 30.000 euros de indemnización- sufre agorafobia y ataques de pánico que se reavivaron al conocer la fecha del juicio.