El mosquito irrumpió en la ciudad como un experimento, sociológico y artístico, contra el botellón en el marco del certamen cultural Outonarte y ha evolucionado hasta transmutarse en un nuevo motivo de discrepancia entre el Ayuntamiento y algunos de los vecinos que se quejan de las concentraciones de jóvenes para beber alcohol las noches del fin de semana. La utilización de este aparato, que emite ultrasonidos molestos para los menores de treinta años, encuentra defensores en las asociaciones de vecinos de El Ensanche y de Distrito 1 -la plaza del Humor- y detractores en el Ayuntamiento, que, según aseguró ayer la concejala de Juventud, Ermitas Valencia, "nunca" recurrirá a este mecanismo para reprimir el botellón porque lo considera un disparate.

"Nuestra propuesta para la juventud son la prevención, la educación y las alternativas de ocio y de cultura. Desde luego, si alguien le quiere zumbar a alguien, nosotros no estamos por la labor. De hecho, el Ayuntamiento hizo esa actividad para denunciar ese tipo de tácticas y de técnicas totalmente represivas", argumentó Valencia en la presentación, ayer, de Noitenova, el programa alternativo de ocio nocturno que organiza su concejalía.

Outonarte dio publicidad en A Coruña al mosquito, un aparato con forma de pequeño altavoz famoso, e incluso prohibido, en otros países. Gran Bretaña lo emplea para dispersar las concentraciones de jóvenes en plazas públicas. Al otro lado del Canal de la Mancha, Francia y Bélgica lo han ilegalizado.

El uso del aparato, que emite ultrasonidos sólo perceptibles por menores de treinta años, iba a ser experimentado por los miembros de la asociación cultural Escoitar.org el pasado jueves en los jardines de Méndez Núñez, epicentro del botellón coruñés. La repercusión que generó la prueba llevó al Ayuntamiento a trasladarla a la sala de exposiciones del Palacio Municipal. La publicidad había desvirtuado la prueba, que iba a consistir en observar la reacción de los jóvenes ante sonidos de alta frecuencia que no esperaban escuchar.

Lo que el Ayuntamiento había previsto como una iniciativa experimental, no como un banco de pruebas para usos futuros, algunos vecinos lo observan como una alternativa de combate frente al botellón. "Hay que prohibir beber en la calle, pero, si las autoridades no funcionan, me parece bien que los vecinos tomen la iniciativa", razonó el presidente de la entidad vecinal El Ensanche, Gerardo Crespo. "Llega un momento en que los vecinos prueban cualquier cosa -advirtió la presidenta de Distrito 1, Beatriz Rodríguez-. Justifico toda medida que, sin hacer daño, permita que desaparezca el botellón".

La concejala responsable del área de Juventud admitió que "los vecinos son libres de pensar como deseen", pero se mostró firme en que "el Ayuntamiento nunca apostará por este sistema". "Si Cultura lo hizo, fue para denunciar que se hagan estas cosas", indicó. Para Ermitas Valencia, "zumbándole en el oído a alguien no se educa, ni se hace prevención, ni se ofrece ocio alternativo", la triple receta con la que, asegura la concejala, el Ayuntamiento responde a las concentraciones nocturnas de jóvenes para beber alcohol en la vía pública.