La continua llegada de buques de pasajeros de carácter turístico al puerto coruñés suscita dudas sobre el verdadero impacto económico que tiene en la ciudad este tipo de tráfico marítimo. Representantes del sector de la consignación naviera, del comercio y de la hostelería exponen en estas páginas su opinión acerca de esta actividad económica.

L. del Moral: En 2002 llegaron al puerto coruñés 56 cruceros, mientras que en 2003 fueron 72, en 2004 fueron 65, 67 en 2005, 70 en 2006, en 2008 serán 60 y para 2009 tenemos anunciados 52. Esto tiene varias lecturas, porque con los 72 barcos de 2003 tuvimos 51.495 pasajeros, mientras que con los 60 buques de este año tendremos 67.000 pasajeros, porque los barcos son mucho más grandes. Sin embargo, las infraestructuras que tenemos cada vez se nos quedan más pequeñas y, aunque está en estudio una nueva estación marítima, hay que pensar que si tenemos en cuenta a los tripulantes, este año serán más de 100.000 las personas que moveremos, lo que supone un crecimiento notable. Un estudio del Consorcio de Turismo dice que cada crucerista gasta una media de 60 euros en la ciudad por cada día, por lo que este año dejarán 6 millones de euros.

H. Cañete: En la hostelería no tenemos percepción de que exista ese gasto, porque los restaurantes no reciben esa clientela. Imagina lo que serían mil personas comiendo en los restaurantes de la ciudad, estarían colapsados, y eso en realidad no ocurre. El hospedaje tampoco lo aprecia porque los pasajeros ya duermen en los barcos, y los pubs, igualmente, porque no pasan la noche en la ciudad. No sabemos si las tasas portuarias se llevarán la mayor parte de esos 60 euros, pero lo cierto es que la hostelería no los nota, incluso los establecimientos que están en primera línea. Hay que añadir la pregunta que nos hacemos: ¿Todos estos pasajeros se van a Santiago?

L. del Moral: Es cierto que los restaurante y cafeterías no se llenan, pero a Santiago sólo se van entre el 10% y el 12%. La policía de puertos y fronteras siempre nos pide el dato de los pasajeros que quieren ir a Santiago para tenerlos controlados por si hay algún incidente. Yo apunté los números durante dos años y me salió esa media.

H. Cañete: A los hosteleros nos parece importante que haya un punto de llegada adecuado mediante una estación marítima, porque no se puede llegar a un puerto como éste y estar bajo la lluvia al bajar del barco. Además, entendemos que los buques militares dejan mucho más dinero en la hostelería que los cruceros. En las últimas maniobras de la OTAN en Ferrol hubo treinta barcos y ninguno estuvo aquí.

A. Amor: Esos sí que gastan, y mucho más que el turista que viene en un trasatlántico. Esta ciudad necesita el turismo de cruceros porque al ser de servicios, necesita de todos los tipos de turismo, pero lo primero es que se pongan las pilas quienes organizan todo esto. El Puerto vive de espaldas a las necesidades de esta ciudad y organiza su vida al margen de ella. El proyecto de la estación marítima que ahora se reclama era una condición indispensable para poder participar en el concurso del centro comercial del puerto, cuando finalmente no fue construida. Se ve a las claras que el turismo de trasatlánticos es secundario, y, además, de esos 60 euros que dice Luis, me figuro que el 80% se lo llevan las tasas portuarias.

L. del Moral: Se lo llevan los prácticos, los amarradores y los remolcadores, que son empresas de la ciudad, ya que la Autoridad Portuaria aplica el máximo descuento legal en sus tasas por pasajero. Hay que pensar qué servicios le estamos dando a ese pasajero al que le cobramos 1,5 euros independientemente de que desembarque o no, porque me parecería bien que se le cobrase cualquier cantidad si tuviese donde estar. Hay que tener en cuenta que en el muelle no hay servicio de taxi y que no se permite por seguridad, porque la gente que trabaja en este sector cree que ésta es la palabra mágica que significa que no hay que hacer nada y no complicarse la vida. Esto va a acabar significando que los barcos no vengan a causa de la seguridad, cosa que defienden algunos con tal de no trabajar, mientras que otros defendemos totalmente lo contrario.

A. Amor: ¿Es normal que aún estemos pensando dónde puede ir al baño o llamar por teléfono un pasajero? Cuando empezaron a llegar los barcos, El Corte Inglés y el Centro Comercial Cuatro Caminos mandaron autobuses al puerto, pero sólo lo hicieron una vez, porque ni se llenaron los autobuses ni la gente compró allí.

L. del Moral: Un año que vino un barco el 7 de octubre -el día del Rosario- como estaba todo cerrado en la ciudad, hablé con un centro comercial de los alrededores y pusieron varios autobuses. Al terminar el día me preguntaron si podía hacer eso cada vez que llegara un barco.

A. Amor: Si eso fuera la panacea, El Corte Inglés pondría un autobús para cada barco.

L. del Moral: El Corte Inglés pone uno o dos, en función del número de pasajeros, y va con una azafata que les reparte unas tarjetas con las que les invita a un refresco. Una vez allí, tiene un autobús cada media hora para comunicarse con el muelle. Lo sigue poniendo porque le interesa.

H. Cañete: Con esa cifra de los 60 euros por pasajero, si tomamos un barco de 2.000 cruceristas y el 80% se lo llevan los gastos portuarios, quedarían 12 euros por persona y serían 24.000 euros, por lo que entre todos los locales de hostelería nos tocarían a 5 euros a cada uno. ¿Dónde se mete ese gasto, en el comercio?

A. Amor: Ese turista no entra en un comercio ni loco. El error es centrarnos en esas cifras, porque en el momento en que digamos que ese turismo es un negocio, quienes tienen que encargarse de esto se relajarán y dirán que no se mueven más. Esta ciudad tendría que ser inicio o término de un crucero, o, por lo menos, que alguien subiera o bajara del barco, porque así los pasajeros comerían y dormirían aquí. Con el planteamiento que tenemos en esta ciudad, se escapa todo el mundo porque ni antes ni ahora se ha preparado para el turismo: no se puede alquilar una bicicleta, no hay un guía que me enseñe toda la ciudad... Estamos metiéndole todos los años un millón de euros al tranvía y sólo pasea al que ya está aquí, cuando ese dinero habría que emplearlo para traer gente aquí.

L. del Moral: Lo que hay que hacer es saber sacarle el dinero al pasajero de cruceros, y para eso hay que tener un lugar de exposición y degustación de productos. En otros puertos hay tiendas de recuerdos con sus productos típicos, porque la gente compra esas cosas aunque después se olvide de ellas en casa. Pero en esta ciudad no tenemos nada de esos artículos y encima en el muelle no podemos venderle nada al pasajero, porque el Puerto no lo admite y el local que había en el centro de ocio fue destinado al departamento de Urbanismo del Ayuntamiento. Le comenté esto a la Xunta y dijeron que nos apoyarían, y lo que hicieron fue quitarnos la subvención para asistir a la feria de cruceros de Miami, por lo que no sólo no me apoyan sino que me hunden. Hablé con la Autoridad Portuaria para ver la posibilidad de crear una mesa de trabajo en la que participaran todos los sectores implicados, pero no obtuve respuesta.

H. Cañete: Es que ésa debería ser la política. Si hubiera una mesa donde pudiéramos estar sentados y programar cosas... En agosto tenemos el Salón del Vino y el Aguardiente y se podría haber hecho coincidir con la llegada de algún barco, cuyos pasajeros tendrían la oportunidad de conocer vinos de varias denominaciones de origen e incluso con bailes por la noche.

L. del Moral: Y se podría informar a los pasajeros sobre las ofertas que tendría en cada momento.

H. Cañete: Pero para eso hace falta una mesa en la que podamos hablar estas cosas, y acabará habiéndola. Si quieren que sea oficial será, y si no, quedaremos en un café para hacerla.

A. Amor: En este tema siempre se ha echado de menos algún tipo de tutela, especialmente la de la Autoridad Portuaria, porque al final es quien va a decir si nos deja hacer las cosas o no. Cuando estaba la antigua estación marítima, intentamos organizar allí degustaciones, para lo que las empresas nos iban a ceder sus productos, pero la Autoridad Portuaria nos dijo que dentro de su recinto estaba totalmente prohibido.

L. del Moral: La Ley de Puertos prohíbe la venta de cualquier producto en el recinto portuario, pero después hay bancos y bares dentro, mientras que en otras ciudades hay comercios. Aquí queremos ser más papistas que el Papa y además no queremos trabajar. No hay que olvidar que los mayores ingresos de la Autoridad Portuaria vienen de Repsol y luego de los tráficos graneleros, de forma que gana más con los intereses de sus cuentas bancarias que con el tráfico de pasajeros. No es un negocio para la Autoridad Portuaria, pero puede serlo para la ciudad.

H. Cañete: ¿Y cuál es el problema con los barcos militares? Insisto en este tema porque me parece una fuente de ingresos superior a los cruceros.

L. del Moral: Con los barcos militares en principio no había problemas. Este año vino un barco estadounidense de suministros y causó problemas porque se decía que era un petrolero en el centro de la ciudad, cuando en realidad no lo era. El capitán se fue muy contento porque la tripulación lo pasó muy bien y recomendó la ciudad a sus colegas, por lo que a los 15 días vino otro barco igual. El primero a nosotros nos dejó 150.000 dólares, a lo que hubo que sumar lo que gastaron en la ciudad. El lunes vendrá el tercero de estos barcos y ya me han dicho que no quieren que vengan más por razones de seguridad. Es cierto que los americanos piden una seguridad tremenda y que para el Estado es un coste importante.

A. Amor: Pero ese gasto ya está hecho, porque la Guardia Civil ya está ahí y no tiene que contratar a nadie para patrullar.

L. del Moral: Pues nos han dicho que si vienen más tendrían que ir a otro muelle, que es una forma de decir que no vengan. Pregunté si eran estos barcos o todos los militares y me dijeron que con las fragatas no hay problema, pese a que llevan armamento. En el momento en que no dejes entrar un buque de guerra, el resto no van a volver a venir.

A. Amor: El comercio y la hostelería se organizarían si supieran que un determinado día se monta alguna iniciativa con motivo de la llegada de un barco, porque el resto de la ciudad baja al centro a pasear ese día, como pasó con el Queen Mary. Cuando viene la Cutty Sark cada uno va por su lado y siempre hay un puesto de venta de cerveza en el puerto que nadie sabe cómo se ha conseguido, porque en teoría allí no se puede vender nada. La ciudad no está mentalizada ni preparada y tampoco hay ganas de sentar a la gente y hacer un plan de trabajo para dos o tres años.

H. Cañete: Para nosotros, una estación marítima tendría que permitirnos hacer ofertas de todo tipo, tener personas para captar clientes y organizar rutas.

A. Amor: Debería ser un escaparate de la ciudad, de forma que el pasajero vea lo que hay de comer y para visitar.

L. del Moral: Debe ser lo mismo que la terminal de un aeropuerto, aunque más pequeña. Con una zona de seguridad y sus tiendas. Tenemos una ciudad idónea para los cruceros y que es limpia y segura, según nos dicen los

ojeadores de las compañías, por lo que lo que hay que hacer es copiar la forma en la que obtienen el dinero en otros países.