A Yago Rodríguez lo de intentar capturar el movimiento y la tensión de un momento crucial no le es ajeno, estudió un curso de Bellas Artes y le gusta dibujar. Para él es casi un juego más el recibir instrucciones de un artista para que el momento, la expresión y todo lo que hará realidad un cuadro, salga perfecto. Dice que Ávila les "proponía" figuras, pero que les dejaba participar e introducir sus opiniones y posturas al trabajo previo a la creación de más de 60 cuadros en los que retrata no sólo el deporte, sino también a sus protagonistas, a los que lo hacen posible. "Dentro de lo artificial que puede ser un posado, Pedro (Ávila Durán) lo hacía muy natural y nos preguntaba cómo haríamos este o el otro ejercicio", explica el ya licenciado Yago Martínez. Dice que no le importaría repetir la experiencia y que, por supuesto, le gustaría quedarse con alguno de los papeles encolados de los que es el protagonista, pero sabe que será complicado porque, pese a que es su cuerpo el retratado, ha sido el arte de Ávila el que lo ha traspasado al papel y "es su obra y su trabajo".

Lo que más le atrajo a Yago Martínez de la iniciativa de Ávila fue su trayectoria como retratista de deportistas. "Creo que hay un atleta al que ha seguido durante toda su carrera", vacila Martínez, a quien Ávila recibió ayer en la sala de exposiciones con un fuerte abrazo y una disculpa por no haber terminado a tiempo un cuadro a gran tamaño en el que inmortaliza al joven en el momento previo al lanzamiento de disco.

El papel de Martínez en las pruebas que dieron paso más tarde a esta exposición fue el de mostrar la elasticidad masculina, ya que es gimnasta, aunque en los cuadros que cuelgan de las paredes del Castillo de Santa Cruz no hay ningún boceto de las figuras que realizó en el suelo, pero sí un retrato de pequeño tamaño en el que, de perfil, mira al infinito, al lugar en el que quiere que caiga el disco que tiene entre las manos. "Cómo te ves?", le preguntó Ávila al joven, cuando le vio de pie, frente a frente con lo que era una imagen capturada de su cuerpo y de sus movimientos. "Muy bien", le respondió Martínez al artista, reconociendo en cada uno de los trazos del papel las líneas que dibujan su cara y su expresión. Asegura que Ávila trabaja de una manera muy original, que se llevaba hasta sus focos a las pruebas de posado para encontrar la iluminación perfecta para cada una de las figuras y de los momentos que había decidido inmortalizar.

Dice Yago Martínez que no dudaría en volver a participar en una obra de Ávila y es que todo lo que rodea a las manifestaciones artísticas funciona como un imán para este joven que estaba en su último curso de carrera cuando conoció a Ávila.