Los hospitales universitarios del siglo XXI son estructuras sociales con tres objetivos fundamentales: curar o restablecer la salud perdida, enseñar la praxis médica a las sucesivas generaciones de médicos, e investigar. A tal fin están dotados de una sofisticada tecnología y de personal sanitario altamente cualificado. Pero ¿para qué sirve una excelente asistencia sanitaria acompañada de una investigación de primera línea si no podemos transmitir nuestros conocimientos y arte médica, a través de la docencia, a las jóvenes generaciones?.

Nadie debería ignorar una realidad que tiene una importancia crucial en la formación médica para los futuros médicos de Galicia: El segundo Ciclo de formación. ¿Está el CHU A Coruña preparado administrativa y legalmente para este objetivo? Mi respuesta es Sí.

Tenemos que desechar la absurda propuesta, de la rancia representación universitaria santiaguesa, acerca de la reprobación de los docentes de la UDC, a cuenta de unos tergiversados intereses. Aquellos que se turnan en las garitas para disparar, desde el rencor menos profesional, sobre la legítima aspiración para acceder al segundo ciclo de Medicina, tardaron menos de un suspiro en vaciar el cargador: "A Coruña siempre a contrapelo", argumentan.

Los rectores de las tres universidades gallegas, reunidos el 19 de octubre del año actual, no han solucionado nada. ¿Para qué esta reunión? ¿Para qué la presencia de las Consellerías de Educación y Sanidad? La decisión de ningunear a los docentes numerarios, catedráticos y titulares de la UDC, es una muestra de debilidad o miedo que manifiestan los gestores del CHUAC, como efecto de la pérdida paulatina de las señas de identidad del ser y sentirse coruñés. Este intento de abolir el talento y mérito es parte del problema y, sobre todo, es obstáculo para su solución. En la vieja guardia, no se tolera la sombra intelectual de quien manifiesta redaños para enfrentarse al futuro. A los actuales dirigentes se les nota la "falta de ánimo" para exigir lo que se nos tiene que dar. El CHUAC es el Hospital Universitario de la UDC y no una colonia de la USC.

La USC debería hacer una reflexión seria e interrogarse sobre si está a favor del desarrollo de Galicia o de una política de constante confrontación, del no por sistema hacia Coruña, de negativa permanente al acuerdo. Debería preguntarse si es legítimo utilizarlo todo en esa permanente política de confrontación. Hasta ahora así ha sido, incluyendo el permanente descrédito hacia la UDC.

Lo hemos comprobado en la última convocatoria de la USC, al amparo de la convergencia con Bolonia. Las contradicciones de la Universidad de Santiago ya eran detectadas hace años por nuestro muy recordado Meilán Gil, quien ha recogido todo el periplo en un opúsculo digno de ser leído con la distancia que el tiempo asienta y ensalza, y que en palabras de su autor es producto de una dación de cuentas a la sociedad en su etapa de servidor público como rector de la Universidad de A Coruña.

Al albur de la crisis económica han vuelto a ganar terreno los arbitristas, los ingenieros sociales, los planificadores del aislacionismo, los dictadores benevolentes, los que quieren poner límites a la inteligencia; los que saben mejor que nosotros mismos lo que nos conviene, aquellos que quieren ordenar la vida y fijar límites pretendidamente técnicos a la imaginación, el esfuerzo y la libertad.

La sociedad exige que se exponga con claridad y transparencia una alternativa al feuda-lismo y para eso se necesita, por un lado, voluntad política para hacer propuestas dentro de un proyecto alternativo y descentralizado, y por otro, tener el suficiente coraje político para explicar ese proyecto. La UDC ha dado muestras del coraje en sus propuestas.

El progresismo gallego tiene una asignatura pendiente en materia de coherencia universitaria frente al relativismo provinciano que introduce un doble rasero en función de no se sabe qué prejuicios.

El presidente de la Xunta debe ser, en estos momentos de zozobra, un factor de estabilidad y consenso. Es necesario encontrar una solución consensuada para este embrollo de la docencia en Medicina. Es el hombre con la autoridad suficiente para afrontar nuevas negociaciones con los responsables de las universidades gallegas. El propio Feijóo sabe que en estos momentos es un factor de estabilidad y la persona que puede atemperar los encrespados ánimos de propios y extraños. Este es su reto: potenciar la colaboración entre las tres administraciones universitarias. Siempre es el momento, y no el socorrido no toca .

Debe ser la gran oportunidad para que las entidades den los pasos necesarios para consolidar posiciones, avanzar en las alianzas y hacerse más fuertes cara Europa. En un momento como el actual, Galicia debe conseguir que la crisis desatada entre las tres universidades gallegas se convierta en una oportunidad para avanzar. Y una de las palancas que nos permitirá salir fortalecidos es la colaboración armónica interpares.

Que quede claro: se debe mejorar el marco regulatorio y superior del sistema docente de la Universidad gallega. Aplicar la claridad del presidente Feijóo al referirse a los aeropuertos de Galicia -tres en uno y uno con tres- también en materia universitaria y docencia hospitalaria.

No valen excusas, por aplastante que sea el momento económico en el que estamos sumidos, para imponer a la sociedad civil más control, más estancamiento social, más acoso a la libertad.

Quien escribe esto no es gallego de nacimiento, probablemente cerca del Medievo su patria sería Galicia o Asturias, pero siente Galicia como suya y reclama trabajar en una misma dirección y por un mismo país.