A sólo unos días para que la Demarcación de Costas del Estado comience el vertido de arena de caolín en cuatro playas del casco urbano coruñés, un grupo de bañistas que frecuenta a diario las de la ensenada del Orzán ha decidido organizarse para mostrar su rechazo a esta iniciativa, que considera injustificada y dañina para el medio ambiente.

La apertura de un foro en Facebook, la recogida de firmas entre los ciudadanos y los contactos con la Federación Ecoloxista Galega son algunas de las actuaciones puestas en marcha por estas personas, muchas de ellas jóvenes que acuden cada día a bañarse a primera hora de la tarde, pero que han recibido el respaldo de los mayores que acostumbran a darse un chapuzón por las mañanas.

"Nos va a hacer polvo", explica Pablo Pérez, uno de los promotores de esta protesta, acerca del inicio de las obras, ya que su duración está prevista en catorce meses y todavía se desconoce si será posible permitir el baño durante la temporada veraniega. Los opositores a la ampliación de las playas de Riazor, Orzán y Matadero consideran innecesario que estas avancen 30 metros hacia el mar mediante el vertido de 320.000 metros cúbicos de arena de caolín procedente de una mina de Vimianzo.

La experiencia realizada hace veinte años con este mismo material es considerada negativa por estos bañistas, quienes destacan que cada primavera el agua de la ensenada se enturbia durante varios días a causa de los movimientos que se efectúan con las dunas que se instalan en las playas durante la época invernal. La insuficiencia de estas barreras para hacer frente a los temporales es una de las razones aportadas por Costas para llevar a cabo esta actuación, pero que no convence a los bañistas, quienes recuerdan que en los últimos 16 años tan sólo en dos ocasiones el oleaje causó daños en la balaustrada del paseo marítimo.

Tampoco están de acuerdo estos visitantes cotidianos de las playas coruñesas con que se consiga una mayor capacidad en los arenales, objetivo que Costas pretende alcanzar hasta llegar a las 30.000 personas, 5.000 más que las actuales. "Es ridículo, porque no se llena nunca", manifiesta Pablo Pérez sobre esta pretensión de las autoridades, que además considera como un despilfarro en tiempos de crisis económica, ya que las obras programadas tendrán un coste de 8,5 millones de euros, cantidad que en su opinión tendría un mejor destino en manos de los damnificados por el terremoto de Haití.

Pese a las numerosas referencias a este proyecto durante el último año en todos los medios de comunicación de la ciudad, los impulsores de esta campaña en contra de la ampliación de las playas aseguran que muchos coruñeses desconocen que se vaya a modificar su aspecto actual y que quienes son informados muestran su oposición a las obras.

"Esto se ha hecho sin preguntar a los coruñeses", señala Pablo Pérez, para quien "nadie" solicitó que se ampliara la superficie de los arenales. Entre los perjuicios ecológicos que se producirán en las playas, estas personas destacan los efectos negativos sobre la flora y la fauna de los grupos de rocas existentes en la misma línea de costa y en sus proximidades. La falta de reacción de las organizaciones ecologistas a esta actuación causa la sorpresa de estos bañistas, que manifiestan carecer de intereses políticos o económicos.