El aspecto tropical que presenta la orilla de la playa del Orzán desde el miércoles -cuando comenzaron las tareas de relleno del arenal- centra las conversaciones de los que, a media mañana, llueva o haga sol, se acercan al paseo a caminar un rato.

Donde unos ven excavadoras, dunas artificiales y dinero "enterrado", otros ven los pilares del progreso, un paso más hacia un modelo idílico de ciudad con una gran playa urbana, aunque contenga caolín y proceda de una cantera de Vimianzo, aunque sea la naturaleza la que tenga que adaptarse a los cambios de la ciudad y no al revés.

La plataforma ecologista Defendendo as praias ha convocado para esta tarde, a las 19.00, en el Obelisco, una concentración de protesta contra el relleno que unirá las playas de Riazor y Orzán y que, cuando esté terminado, podrá acoger a cinco mil bañistas más.

No hay consenso entre los que se apoyan en la balaustrada del paseo marítimo a ver cómo cambia el paisaje que les ha visto crecer y retirarse de sus trabajos. Se acercan todo lo que pueden a las vallas de las obras y el color blanquecino del caolín y si será o no permanente ese aspecto de arenal tropical e inalcanzable que se erige ante ellos se mete en sus conversaciones.

La agrupación ecologista se queja de que el relleno de la playa, a pesar de haber sido vendido como un proyecto de regeneración y de saneamiento, no lo es y pide explicaciones, reuniones y detalles de la obra, sin encontrarlas, a pesar de que el miércoles pasado, sus integrantes bajaron al Orzán para intentar paralizar las obras y para reclamar que los términos de la actuación en los arenales fuesen expuestos públicamente, con paneles informativos que explicasen a los ciudadanos por qué se les niega el acceso a las playas de la ciudad.

Defendendo as praias exige que se suspendan las obras hasta que no se hagan públicos los estudios de biología marina, de seguridad para el baño, las consecuencias que acarrearán los vertidos de caolín en las corrientes, pero las máquinas seguían ayer trabajando en el Orzán, ajenas a las peticiones de los ecologistas y ante la atenta mirada de los que, cada día, bajan al paseo marítimo a caminar un poco y a apoyarse en la balaustrada de la fuente de los surfistas, esa a la que amenazan los temporales y en el nombre de la que se realiza el relleno.