El arenal del Orzán recuperó ayer el trasiego de trabajadores y máquinas que se había visto interrumpido durante los últimos días a causa de la Semana Santa, aunque sólo a partir del viernes, puesto que pese a que el jueves también fue festivo, esa jornada prosiguieron las faenas de vertido en la playa.

El buen tiempo que se vivió en la ciudad ese día favoreció a que el paseo marítimo se llenase tanto de coruñeses como de visitantes, que se mostraron sorprendidos por la presencia en el arenal de los enormes tubos con los que se bombea el caolín desde la draga fondeada en la ensenada, lo que hizo que surgiesen toda clase de teorías entre quienes contemplaban los trabajos.

A esta desorientación contribuyó que la empresa adjudicataria de las obras todavía no hubiese colocado en el lugar el cartel en el que se detallan las tareas que se desarrollarán durante los próximos meses. Ayer mismo la constructora procedió a instalar el panel, lo que en el futuro evitará las cábalas entre los turistas que presencien el vertido en las playas. También el color blanquecino que adquieren las aguas más próximas a la orilla a causa del polvo de caolín llamó la atención de los forasteros, ya que no es habitual el empleo de este tipo de áridos para la recuperación de un tramo costero.

Una vez concluido el paréntesis vacacional de la Pascua, los trabajos continuarán con el objetivo de que las playas de Riazor, Orzán y Matadero estén abiertas para el baño el próximo verano. Cuando se complete esta actuación, la Demarcación de Costas del Estado habrá arrojado en la ensenada 100.000 toneladas de arena, que ahora se depositan en los puertos de A Coruña y Ferrol, desde donde una draga los transporta y posteriormente los vierte en las playas mediante un sistema de bombeo.

Las críticas de un grupo de usuarios de los arenales, que alertan de un posible daño al medio ambiente por esta iniciativa, han sido desmentidas por los responsables de las obras, quienes aseguran que se lleva a cabo un estricto control de su ejecución.