Grandes corredores verdes. Una superestación intermodal. La Ciudad de la Tecnología de As Rañas. Expropiaciones, recalificaciones, la apertura del Puerto al Mar. El plan general contiene grandes proyectos, multimillonarios, que llevarán años, sudores y despachos concretar y materializar. Pero la normativa urbanística también tiene letra pequeña, reducidos polígonos en calles del centro o aldeas de las afueras, minúsculos entre los cientos de hojas del documento pero que pueden cambiar para bien o para mal la vida de los vecinos de una calle o un barrio.

Muchos de estos pequeños polígonos de actuación que incluye el plan diseñado por Joan Busquets encuentran lo que ya es difícil de encontrar en el centro de la ciudad: zonas en las que edificar. Las más no las hayan en solares abandonados a su suerte, sino ofreciendo la posibilidad a los promotores de levantar edificios con más plantas en lugares donde todavía sobreviven inmuebles cuyas dimensiones nada tienen que ver con el tamaño constructivo que fue adquiriendo la ciudad en el último medio siglo.

Engullidos entre inmuebles de mayor altura, que cambiaron la fisionomía de barrios populares como Os Castros y Monte Alto a partir de las décadas de los sesenta y setenta, se han convertido, algunos de ellos, en los famosos tapones urbanísticos, que no son más que extraños supervivientes en un mundo que ha avanzado más que ellos gracias a una normativa condescendiente con el ladrillo y a una posible falta de planificación a la hora de definir las manzanas de casas.

Pasó en A Falperra. El pasado año se demolieron dos casas antiguas, histórico tapón que estrechaba la calle y, recientemente, otra manzana, algo más abajo.

Allí, en esas casas del antiguo barrio de pescadores desde donde veían llegar los barcos, y hoy codiciado por su proximidad a Juan Flórez, se sitúa uno de los pequeños polígonos del plan genera (POL P25), que aprovecha la demolición de los inmuebles para mejorar el trazado de la vía pero que, también, "regula el tejido urbano", lo que significa que delimita zonas en las que se puede construir y las alturas que el promotor le puede dar a las nuevas edificaciones.

Otro tapón que el Concello prevé eliminar está en la confluencia de la calle Miramar Castrillón con la avenida de los Caídos, que se lleva por delante dos inmuebles, según explica la ficha POL R29 del documento que ha de regir el destino urbanístico de la ciudad. Detrás de estas casas, también se puede levantar un inmueble de una altura máxima de cinco plantas, al igual que se levantaron en la acera de enfrente sobre otro conjunto de ranchitos unifamiliares.

¿Y en Monte Alto? Por ejemplo, entre las calles Suevia y Marola, inevitablemente más bajas que los inmuebles de alrededor, con únicamente un primer piso, hay una pequeña manzana de casas que, según el POL Q16.1, desaparece para dejar un pequeño espacio libre, mejorar el trazado de la calle Marola y evitar que las decenas de coches que se agolpan a su frente, encima de unos pasos de peatones extrañamente ubicados, tengan que afanarse en buscar otro estacionamiento oficioso.

Está el caso de as Atochas, también con su polígono de actuación en el plan general que el Ayuntamiento espera que entre en vigor, una vez que tenga el visto bueno de la Xunta. Desde los últimos derribos, son cada vez menos las casas típicas en las que, en A Coruña, se acomodó el trabajador industrial con su familia, viviendas unifamiliares normalmente agrupadas en línea, de un solo piso y buhardilla en la cubierta. Bajo protestas se derribaron en Atocha Alta nueve inmuebles de este tipo y en la manzana próxima, en Pintor Román Navarro, se hace lo propio con otros galpones para poder conectar y ensanchar vías. La intención del Ayuntamiento es hacer una plaza, pero el POL Q18 prevé además una superficie edificable de 1.491,18 metros cuadrados.

Y a pesar de las irrisorias dimensiones del municipio coruñés y a a pesar de la explotación de su suelo más allá de sus posibilidades con el boom inmobiliario, todavía restan huecos libres en los que construir o solares apetecibles que no sobrepasan los 4.000 metros cuadrados de superficie edificable, pero que por su situación compensan a los promotores, aunque la nueva norma que limita la altura y volumetría de los edificios según la calle en la que construyan les impida levantar alturas a su libre albedrío.

Pasa en la zona de A Gaiteira, a uno y otro lado de la ronda de Outeiro, donde se sitúan dos nuevos polígonos del plan general (POL Q28.2 y POL Q28.1), que suman entre los dos más de 5.700 metros cuadrados nuevos edificables. Con la nueva edificación, de un máximo de ocho plantas, se reduce una pequeña zona verde no muy cuidada ubicada entre la travesía de A Gaiteira y González Chas. Del crecimiento de barrios populares también surge la necesidad del Ayuntamiento de reorganizar zonas en el limbo de los justos urbanistas, en la que conviven alturas con bajuras y en la que las calles realizan trazados extraños debido a la irregularidad entre inmuebles vecinos.

Es el caso de una pequeña isleta con un banco rodeada de asfalto y tierra, en Antonio Ríos, en la intersección con la travesía de la Cerca, algo que todavía conserva el nombre de callejón Caramés pero que de callejón no tiene nada. Además de desaparecer, se aprovecha la coyuntura para "regularizar la manzana", esto es, ofrecer una altura máxima para solares o casas bajas edificables.

Con este área señalada en el documento urbanístico, sumada a dos polígonos en el mismo entorno de la calle de la Merced, consiguen añadir otros seis mil metros cuadrados edificables, en un barrio con solera, próximo a Cuatro Caminos, al puerto que en algún momento se prevé abrir al mar y al nuevo centro de la Fábrica de Tabacos.