Han agotado ya todos los fondos documentales, los registros y memoriales. Los investigadores del grupo Nomes e Voces -creado a petición de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica- han encontrado 600 muertes con violencia de activistas contrarios a la sublevación militar desde el año 1936 hasta el 1976 en A Coruña y nueve concellos de la comarca -Betanzos, Culleredo, Oleiros, Arteixo, Cambre, Bergondo, Abegondo, Carral y Sada-. Los libros y los archivos no pueden aportarles más, así que los historiadores de Nomes e Voces piden la ayuda de los vecinos, de aquellos que todavía guardan en la memoria testimonios del horror de los represaliados.

No se limitaron a buscar a los vecinos que habían muerto al lado de sus casas, ni a los que aparecieron en las fosas comunes de la ciudad. El estudio de los profesores Dionisio Pereira, Carlos Velasco, Eliseo Fernández y Emilio Grandío pretende ser un trabajo sobre los represaliados que, bien por nacimiento o por encontrar la muerte en A Coruña tuviesen que ver con alguno de los diez concellos de la comarca. Así, en esta lista de 600 nombres hay casos de nacidos en Santiago de Compostela, vecinos de A Coruña pero fusilados en Madrid o de activistas contra el régimen que murieron lejos, muy lejos, de sus casas, en los campos de concentración alemanes y franceses víctimas del fascismo.

Fuera de este listado se quedan otras muertes violentas, como las de los falangistas asesinados en la contienda y las que no tenían nada que ver con las ideas políticas o sindicales, aquellas que se desarrollaron al margen de la guerra y la dictadura, como los crímenes pasionales y los accidentes de tráfico, aunque las víctimas fuesen activistas.

Dice el presidente de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña, Manuel Monge, que el resultado es un documento "histórico" aunque "incompleto", porque faltan todavía infinidad de historias, de vidas cercenadas por la guerra y las represalias, de las que nada dicen los libros de Historia y de las que se ha perdido la pista, pero de las que se sabe casi con certeza que el resultado fue "muerte con violencia".

Cuenta Manuel Monge que el estudio no se cerró hasta el lunes por la noche cuando, desde Gijón, llamó uno de los historiadores para avisar de que había encontrado a un represaliado más, el que hacía el número 600. Dionisio Pereira dice que, tal y como ahora se presenta el proyecto, es un "estudio de mínimos" porque hay registros, como el del Concello de Bergondo, del que nunca se podrá saber su contenido porque lo consumieron las llamas y las muertes causadas por los golpistas en esa zona no pueden documentarse.

En el monumento que la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica erigirá en la ciudad en señal de recuerdo y de restitución del honor de los que murieron por defender la libertad cuerpo a cuerpo con los sublevados, habrá una placa en la que figurarán los nombres de los 600 represaliados documentados en el estudio.

Hasta 28 de ellos aparecerán como desconocidos porque, aunque los investigadores no hayan podido dilucidar sus apellidos, han conseguido recabar algunos datos que les harán merecedores de un sitio en la placa. Pero habrá también un hueco en blanco para todos aquello que el grupo Nomes e Voces cree todavía que encontrará hablando, gracias a los testimonios individuales de familiares, amigos y vecinos. Un monumento que, pese a que el Gobierno central ya le ha concedido una subvención para hacerlo, carece todavía de ubicación en la ciudad; una actividad pendiente de la decisión del Ayuntamiento.

Los miembros de la agrupación que defiende los derechos de los represaliados cree que el monolito debería estar colocado "en un lugar de paso", como las inmediaciones del cementerio de San Amaro o las de la antigua cárcel, para que los que caminen por delante de él recuerden la barbarie del pasado y para que los 600 o más nombres que se consigan poner en la placa no caigan jamás en el olvido.

De las víctimas documentadas en este estudio, diez son mujeres y los grupos de apellidos se repiten, en señal de que fueron muchos los hermanos que murieron por defender sus ideas, por no doblegarse ante los militares sublevados.

Habla Dionisio Pereira del miedo que todavía inunda las mentes de los que vivieron la represión y de los que crecieron escuchando las historias de las cosas horribles que ocurrían en zonas como a Costa do Sal. Monge anima a los que todavía sientan el peso del horror, del temor a las represalias, a que no se lo callen, a que se enorgullezcan de sus antepasados fusilados en nombre de la libertad y a que cuenten sus historias para que formen parte del imaginario popular. La comisión lanzará una campaña con el título Búscanse en la que pedirá a vecinos, familiares y amigos de los paseados y desaparecidos que dejen sus testimonios en la web de la comisión -www.memoriadacoruna.com- para que los historiadores puedan completar un trabajo que comenzó en septiembre del año pasado y que, tras la lectura de infinidad de documentos y de charlas con 475 personas, permitió hacer un primer esbozo de represaliados en A Coruña y su área metropolitana. Quizá con estas aportaciones, los investigadores consigan aclarar algunas de las biografías que, por ahora, descansan en el cajón de las dudas, porque los datos son insuficientes para decidir si sus muertes se debieron o no a causas políticas.

De otros, como de José Gómez Gayoso y Foucellas o los García Ferreiro, no hay duda. Murieron en defensa de lo que ellos creían ciegamente que era la libertad.

La comisión se unirá esta tarde, a partir de las 19.30 horas, a la concentración de apoyo al juez Baltasar Garzón. Con su presencia pretende denunciar "el ridículo que está haciendo la Justicia española al procesar a uno de sus magistrados por intentar investigar los crímenes franquistas"; una acción que fue "aplaudida" cuando se aplicó a otras dictaduras, como la argentina o la chilena, según Monge.