El mercado Eusebio da Guarda, situado en la plaza de Lugo, está de aniversario. Cumple nada más y nada menos que 100 años y en su interior nadie ha olvidado la imagen de su apertura en 1910, el primer día que abrió sus puertas. Eso sí, a través de fotografías antiguas o de las historias escuchadas en boca de sus abuelos. Más fresco en el recuerdo está el segundo edificio del lugar, inaugurado en 1958. Quienes hoy regentan alguno de los 156 puestos dibujados con diferentes tipos de carne, pescado, fruta, verdura, pan e incluso flores, echan en falta las instalaciones originales de un mercado en el que ocupaban la misma planta e incluso vendían a pie de calle, aunque reconocen que la mayor de las remodelaciones, estrenada en julio de 2006, ha hecho de su lugar de trabajo un sitio más higiénico y salubre, tanto para ellos como para sus clientes.

Los pasillos de un mercado municipal nada tienen que ver un lunes con cualquier otro día de la semana. "La gente no viene a comprar, aprovecha lo que le queda del domingo, va al supermercado, o pasa del pescado", señalaba uno de los placeros. Y es que la planta baja se encontraba ayer prácticamente vacía. Nada que ver con la primera planta, donde se ofrecen productos de charcutería y carnicería, o la segunda, la más colorida del lugar gracias a la gran variedad de vegetales que se venden al más puro estilo tradicional, "pese a estar en un edificio modernista", apuntaba una dependienta al tiempo que presumía de su bisabuela, protagonista de la primera inauguración de la plaza, hace ahora un siglo.

Quienes se enfundan en un mandil impermeable a diario han pasado página y más que añorar un tiempo en el que sus antepasados, o ellos mismos en el caso de los más veteranos, se ganaban la vida en el interior de un emblema arquitectónico, echan de menos los tres años -desde que el mercado fue derribado en 2003 hasta que se reinauguró a mediados de 2006- que pasaron en la plaza de Pontevedra, "donde los puestos, aunque más pequeños, no sólo estaban en una misma planta, sino que el lugar -junto al centro de salud de San José, a Hacienda y a las paradas de autobús-, era ideal", recordaba una de las placeras desde su puesto de pollo y comida preparada.

"Qué tiempos aquellos en los que podíamos vender pimientos al nivel de la calle", rememora Carlos Rodríguez, que ya despachaba fruta y verdura con su madre hace 75 años y guarda en una carpeta todo tipo de fotos del mercado y artículos tan antiguos que ya cuesta trabajo distinguirlos. Este hombre, convencido de que "siempre habrá gente mayor viviendo alrededor de la plaza de Lugo que tenga miedo de subir en un ascensor o no pueda cargar patatas de arriba a abajo", critica que su puesto esté ubicado en la segunda planta, "mejor dicho, en pleno fallado", matiza.

Les guste o no el diseño del nuevo mercado, los placeros están de acuerdo en que las grandes superficies y los supermercados "están acabando con lo tradicional"; lamentan que los ciudadanos se fijen sólo en el precio de los productos y pasen por alto su calidad.