Por encima del castigo que se les pueda imponer al grupo de jóvenes que en la madrugada del sábado al domingo agredieron brutalmente en los Jardines de Méndez Núñez a una pareja homosexual mientras celebraban el cumpleaños de uno de ellos, hay un deseo que se impone a cualquier otro en el pensamiento de Iago L.: "Queremos que se enteren sus padres para que sepan lo que tienen en casa y se les caiga la cara de vergüenza". Éste es el principal motivo de que Iago y su compañero decidieran denunciar lo que les ocurrió cuando tan sólo deseaban disfrutar de una noche de diversión un fin de semana y aun a riesgo de desvelar su condición sexual cuando ni siquiera dentro de su propias familias algunos la conocían.

"Lo primero que nos preguntaron es si estábamos bien", desvelaba ayer Iago sobre el modo en el que sus más allegados conocieron lo que les había sucedido el sábado por la noche y sobre el modo en el que algunos de ellos descubrieron que era homosexual. Para conocer la lucha "reivindicativa" iniciada por esta pareja, sin embargo, hay que retroceder varios días, hasta el fin de semana, para descubrir la secuencia de los hechos completa.

Según las víctimas, eran alrededor de las tres de la madrugada y los dos jóvenes, Iago L. (26 años) y Yago V. (20 años), caminaban por Méndez Núñez acompañados de un amigo. Entonces, un grupo de adolescentes, al percatarse de que ambos paseaban agarrados de la mano, comenzaron a insultarlos. Cuando les pidieron que les dejaran tranquilos, los individuos amenazantes respondieron con "chulería", como recordaba ayer Iago, pero sin que se produjera ninguna situación violenta.

Una hora más tarde, cuando la pareja y sus amigos recogían los restos de la fiesta que habían estado celebrando en las inmediaciones de la fuente de los jardines, un par de "vagabundos" se acercaron para interesarse acerca de si les había sobrado algo de bebida que les pudieran dar. Cuando Iago se negó porque ya había recogido, todo se desencadenó a una velocidad de vértigo.

Uno de los vagabundos lo golpeó en la cara y perdió el equilibrio. Cuando cayó sobre el césped, aquellos que previamente les habían increpado se abalanzaron sobre él y comenzaron a pegarle. A duras penas logró incorporarse y llegar a la carretera, pero ya les estaban siguiendo. Su novio intentó protegerlo y fue entonces cuando le dieron tal paliza que le fracturaron ambos brazos y la nariz. No recuerdan si alguien les ayudó, pero sí que había más gente en la zona a esas horas. "Supongo que fueron esas personas quienes llamaron a la policía".

La labor de los agentes tras la agresión es para Iago "indignante", aunque confía en que ahora se pueda identificar a sus agresores. En ningún momento, ni él ni a su pareja, se les pasó por la cabeza que pudieran ser víctimas de una agresión de este tipo: "No te planteas ni que te pueda pasar a tí algo parecido a esto".

A pesar de no haber experimentado la violencia homófoba con anterioridad, sí han tenido que soportar las miradas de desprecio que les dirigen determinadas personas, "adolescentes" en su mayoría, según reconocía ayer en los jardines, en el lugar donde se produjo la agresión, Iago.