El reloj floral de los jardines de Méndez Núñez, que instaló el alcalde Alfonso Molina hace medio siglo, amaneció con una de sus agujas retorcidas tras los botellones que se celebraron el fin de semana en la zona. Los vecinos y comerciantes del barrio denunciaron en numerosas ocasiones los actos vandálicos que realizan algunos de los jóvenes que se reúnen para ingerir alcohol.

Los servicios de limpieza contratados por el Ayuntamiento recogen a primera hora de la mañana los restos de los botellones como basura, orines y vomitonas, pero nada pueden hacer ante los daños que los asistentes a las reuniones causan en las plantas y el mobiliario público. Las autoridades desconocen la identidad de los responsables de dañar el reloj aunque los hechos serán investigados.

Si fuesen localizados, los autores del acto vandálico podrían ser juzgados por cometer un delito de daños y se enfrentarían a penas de entre uno y tres años de cárcel y a multas de entre doce y veinticuatro meses, según establece el Código Penal para los supuestos en que los desperfectos afecten a "bienes de dominio o uso público".

La aguja rota del reloj floral se suma a otros daño que presuntamente ocasionaron los jóvenes que realizan botellones en los jardines. Hace siete meses desapareció el mástil de la guitarra de la estatua de John Lennon. El Ayuntamiento anunció entonces que repararía el monumento, pero permanece con la guitarra rota. Los arbustos y plantas de Méndez Núñez sufren todos los fines de semana las pisadas de los asistentes a los botellones, que también suelen orinar sobre ellos.

El Gobierno local, de hecho, advierte en su pliego de condiciones para las empresas interesadas en ejecutar las labores de riego de la zona verde que hay que tener en cuenta el horario del botellón. El Concello, además, indica que la adjudicataria deberá dedicar "una atención constante y meticulosa a la limpieza de todas las superficies verdes" de Méndez Núñez.

Los vecinos y comerciantes de la zona exigen al Ayuntamiento que prohíba el consumo de alcohol en los jardines, pero el Concello alega que carece de potestad para ello. La solución que propone el Ejecutivo local es que la Xunta declare la zona Bien de Interés Cultural. La solicitud llegó a los cajones del bipartito y el trámite se retomó no hace ni medio año.