La Audiencia Provincial condenó a penas de entre cuatro años y medio y dos años de prisión a 19 traficantes de droga -12 mujeres y siete hombres-. Los procesados, que vendían heroína y cocaína en chabolas de Penamoa y en Arteixo, aceptaron los hechos de los que les acusaba el fiscal y se mostraron de acuerdo con las condenas. Los abogados de los sospechosos llegaron a un acuerdo con el representante de la Fiscalía para que rebajase las penas que solicitaba en principio.

El fiscal exigía en su escrito de calificación que el tribunal del alto órgano provincial impusiese a los acusados entre seis y diez años y medio de cárcel. La acusación pública, sin embargo, pactó antes del juicio con los letrados de los imputados y rebajó su petición. Así, aceptó que los jueces impusiesen a los procesados entre dos y cuatro años y medio de prisión. El representante del Ministerio público tuvo en cuenta a la hora de modificar sus conclusiones la atenuante de dilaciones indebidas, ya que los hechos sucedieron entre 2004 y 2005 y el juicio se retrasó por motivos ajenos a los imputados. La Fiscalía, además, apreció en uno de los casos la atenuante de grave adicción a las drogas.

Un matrimonio residente en Arteixo lideraba la organización, que fue descubierta a través de escuchas telefónicas tras las denuncias presentadas por vecinos de Sigrás (Cambre) relacionadas con el menudeo de drogas en la zona. La pareja se dedicaba a vender las sustancias estupefacientes a otros imputados, quienes se encargaban de suministrarlas a los consumidores. La hija y el yerno de los cabecillas de la banda eran los encargados de conseguir heroína y cocaína para que el matrimonio la distribuyese. La Guardia Civil localizó en el registro del domicilio de los líderes de la organización sustancias estupefacientes que hubiesen alcanzado un precio de venta en el mercado de 10.432 euros, así como una pistola en adecuado estado de funcionamiento y varios teléfonos móviles. La pareja fue condenada a cuatro años y medio de prisión, la máxima pena que impusieron ayer los jueces. A los tres años y medio por cometer un delito contra la salud pública los magistrados le sumaron un año por otro de tenencia ilícita de armas, ya que carecían de permiso para adquirir la pistola.

Los guardias civiles encargados de la investigación registraron los domicilios de los sospechosos los días 2 y 4 de febrero de 2005. Cuatro de las viviendas estaban situadas en el municipio de Arteixo; y tres, en el asentamiento chabolista de Penamoa. Los imputados, según consta en el informe que realizaron los funcionarios, guardaban en sus casas heroína y cocaína, un arma y diversos efectos destinados al tráfico de drogas.

De las doce mujeres procesadas, seis ya habían sido condenadas por vender sustancias estupefacientes; y de los siete hombres, dos tenían antecedentes penales por cometer delitos similares.

"¡Cuánto gitano hay aquí, parece una boda!"

Los pasillos y la entrada a la Audiencia Provincial se llenaron ayer de familiares de los 19 acusados de traficar con droga y de policías nacionales. "¡Cuánto gitano hay aquí, parece una boda!", exclamó una mujer cuando accedió al edificio, en el que había personas de todas las edades, desde bebés que tomaban el pecho hasta una anciana que vestía de negro y caminaba ayudada por un bastón.

Cuando el agente judicial de la sección primera de la Audiencia llamó por sus nombres a los acusados de traficar con droga que están en libertad para que entrasen a la sala de vistas sus familiares corrieron hacia la puerta. Un niño de unos diez años con muletas se apresuró para ser de los primeros en sentarse junto a su madre, que estaba imputada en el asunto. Los menores no pueden pasar, advirtió el secretario, lo que provocó los gritos de los parientes de los sospechosos. "¡Ay, que a los niños no los dejan!", se lamentaba una mujer a la que no le quedó más remedio que quedarse fuera de la sala de vistas para cuidar de los pequeños. "¡Todas pagamos cárcel y sabemos lo que es!", gritaba una joven después de escuchar la condena que impusieron a sus familiares.