"Nosotros nos vamos, pero el Tanagra seguirá ofreciendo a sus clientes comida tradicional porque siempre triunfa", dice sonriente Enrique Pallas Queijo, que lleva tras la barra del restaurante situado en la calle Ángel treinta años. Ayer fue su último día. "No me da pena porque no me da tiempo a pensarlo y prefiero no hacerlo. Estoy muy contento de cómo me fue todo y siempre llevaré a los clientes en mi corazón porque son los que me dieron de comer", afirma.

Enrique decidió jubilarse al cumplir los 65 años, y junto a él lo harán su mujer y sus cuñados. El dueño del Gallego, un establecimiento situado en la Franja, cogerá el traspaso del local, célebre por su caldo y su lacón, que aunque estará dirigido por diferente personal, conservará el nombre que tiene desde antes de los años ochenta.

"Es una de las casas más antiguas de A Coruña y siempre se llamó igual. El nombre es griego y significa olla de barro. No sé por qué se lo pusieron porque cuando cogí el traspaso ya se llamaba así. Entiendo que la palabra la habrá traído algún marinero que se fue embarcado", señala Enrique, al tiempo que asegura que en su local comieron casi todos los artistas que actuaron desde hace treinta años en los teatros Colón y Rosalía, así como algunos de los famosos que visitaron la ciudad, entre ellos, Javier Bardem, Luis Tosar, Florinda Chico, Pepe Domingo Castaño y Jesús Vázquez.

Enrique apenas tuvo tiempo para despedirse de sus clientes y confiesa que la mayoría desconoce que deja el Tanagra. La última comida se la ofreció a sus familiares, que se reunieron en el restaurante hasta última hora de la tarde. "No me costó tomar la decisión porque todo tiene un tiempo, los días pasan, y la edad, también. Quiero dejar camino a los demás. Ahora me dedicaré a cuidarme y a mi nieto. Siempre voy a tener cosas que hacer porque soy muy activo", dice mientras confiesa que no quiere dejar pasar la oportunidad de dedicar unas palabras a sus clientes. "Quiero dar las gracias a todos los que hubo, los que hay y los que pudieron venir y decirles que esto va a continuar", indica sonriente. Enrique conserva el mismo espíritu emprendedor que cuando cogió el bar, a los 35 años. "A los jóvenes les aconsejo que trabajen de forma legal y a las administraciones les diría que apoyen a la gente que empieza 'y que deje de ponerles trabas burocráticas", dice.

El dueño del Tanagra afirma que la crisis la notó, "como todo el mundo", pero asegura que el mejor remedio contra ella es el trabajo. La clave del éxito de su negocio la atribuye a la calidad de sus productos. "Las verduras y las patatas son ecológicas, las cosechamos nosotros, y la carne de cerdo también la salamos. En cuanto al pescado, solo trabajo el producto gallego, que siempre triunfa. Eso sin despreciar los productos de otros lugares de España porque soy gallego y español, para que nadie interprete mal la cosa", puntualiza bajo la atenta mirada de algunos de sus familiares. Enrique destaca que se marcha "contento" y con la satisfacción de haber logrado que el Tanagra sea un restaurante conocido en "Galicia, España, Europa y América".