Rafael Sánchez trabajó "mucho tiempo" en Fadesa, por eso conoce el mundo de la construcción y las lagunas que tiene, así que, cuando se quedó en el paro, se le dio por pensar que podría montar una empresa por su cuenta y utilizar todo lo que había aprendido haciendo contratos para otros en su propio proyecto. Así nació Torasa, una firma que se dedica a hacer subcontratas "con muy buenos trabajadores". Sánchez busca proyectos en los concursos de las administraciones, por ejemplo, y reúne a los operarios que necesita para realizarlos, les contrata y los hace realidad. Llegó al vivero municipal de empresas del Iglesario de A Grela en noviembre y, en tan sólo cuatro meses, ha conseguido cerrar ya varios contratos.

A Carlos Rodríguez, el responsable del centro, le parece una sana "locura" que haya emprendedores, personas que se decidan a vivir de su trabajo y que apuesten por perseguir lo que, algún día, fue sólo su sueño. "Aquí les damos servicio permanente de asesoramiento, formación, un local en el que instalar su oficina y recibir clientes y, además, tenemos contratada una consultoría especializada en temas empresariales para solucionar sus dudas. Tratamos de ofrecerles valor añadido", explica.

El centro se inauguró en julio pero no fue hasta octubre cuando comenzaron a llegar los emprendedores para ocupar sus despachos. En la actualidad siete empresas se han instalado ya, otra, dedicada a la seguridad alimentaria, lo hará en los próximos días, porque depende de unos trámites burocráticos y cuatro proyectos más se encuentran en proceso de estudio del Concello. Eso hará que, si ninguno de los viveristas se va antes de tiempo y todas las iniciativas reciben el visto bueno del Gobierno local, la ermita reconvertida en núcleo generador de empleo estará al límite de su capacidad en "un mes y medio". Eso significaría que los doce despachos estarían llenos y que un proyecto se quedaría en la lista de espera hasta que quedase un hueco libre en la pequeña iglesia de A Grela.

Hay de todo, desde negocios centrados exclusivamente en la tecnología hasta empresas de recursos humanos, de diseño de ropa y de espacios infantiles pensados para desarrollar la imaginación y los sentidos de los más pequeños.

A Carlos Rodríguez no le gusta pensar en cuántos de los negocios que ahora empiezan a hacerse un hueco en el mercado desde la calle Ermita no conseguirán salir adelante cuando se les acaben los tres años -el periodo de riesgo de una empresa- de protección del Concello; prefiere prever cuántos no podrán acabar su periodo bajo el paraguas municipal por falta de espacio, porque su crecimiento les exija unas instalaciones que la iglesia ya no les pueda dar.

¿Su apuesta? "Dos o tres", lo tiene bastante claro y eso que el negocio más asentado en el vivero lleva seis meses.

No todos llegaron al centro en el mismo punto, algunos ya habían intentado entrar en el negocio por su cuenta, otros traían una carpeta llena de contactos que habían hecho durante su carrera en otras empresas y otros, sin embargo, empezaban casi de cero en esto de facturar y hacer negocio. Uno de los proyectos más complicados de entender es el de Víctor Badillo, de hecho, en su tarjeta pone director Europa. Su empresa, Sintesys, funciona ya en México y Estados Unidos, y él se ha aventurado a instalarla desde A Coruña para toda España.

A las empresas grandes les ofrece la posibilidad de ahorrar costes cuando hacen una gran inversión en nuevas tecnologías -basándose en el cambio de proveedores y la externalización de servicios-. "Si las empresas ahorran lo que nosotros pensamos, nos llevamos un porcentaje del ahorro, si no lo consiguen, nosotros no cobramos", explica Víctor Badillo, que ofrece también productos para las pequeñas y medianas empresas y que eligió A Coruña no sólo por el vivero de empresas, sino también por la calidad de vida y porque, a un paso, está la cuna de Inditex, un cliente con el que, como a la mayoría de los viveristas, le gustaría contar.

Romina Pérez tiene muy clara su labor en la empresa que acaba de gestar: "Yo me dedico a ayudar a la gente", no en vano su negocio se llama T-ayudo. Dice que en su sector nadie se hace rico, aunque es más que enriquecedor para ella dar cobertura, en cualquier problema que tenga que ver con la asistencia, a sus clientes.

"Alquilamos grúas para dependientes, ofrecemos servicio de canguro para niños, limpieza del hogar y también asistencia a enfermos tanto en casa como en el hospital. Todo lo que pueda necesitar una familia en un momento de apuro y todo en la misma empresa", explica Pérez que es trabajadora social y que, en el momento en el que se decidió a montar su propia empresa, no tenía empleo.

Si hay un sentimiento que los viveristas comparten cuando se lanzan a la aventura, asegura Rodríguez, es el miedo al futuro que, con el tiempo y si todo sale bien, se va disipando. Después llega la vida real, donde los trabajos tardan en cobrarse, pero también las alegrías y las certezas.

Proyectos compartidos en la ermita

Para el responsable del Centro Municipal de Empresas, Carlos Rodríguez, es muy importante que los emprendedores se conozcan entre ellos, que sepan qué hace cada uno de sus compañeros de vivero y que compartan sus miedo soy dudas porque eso, en ocasiones, podrá llevarles también a la solución.

"Hablar de sus experiencias con personas que están igual que ellos les da más seguridad. Estar en un vivero no es como estar solos en un local en la calle, sin tener con quien compartir lo que les pasa", explica Rodríguez, a quien le consta que, entre esta primera camada de emprendedores se están produciendo ya colaboraciones porque, a pesar de que los campos en los que se centran son bastante específicos, algunos tienen proveedores en común.

"Los que están aquí son doce afortunados", explica Rodríguez, aunque el conseguir un despacho en la ermita de A Grela no es cuestión de suerte, ya que, todos los proyectos que llegan al servicio municipal están sometidos a un estudio exhaustivo de viabilidad y todos son aptos para ser desarrollados en un ámbito como el que ofrece el centro de empresas. Entre ellos bromean con quién comprará a quién.