Sea cual sea el menester, Diego Calvo entra en todas las quinielas relevantes de los populares gallegos. Y es una de las casillas más fáciles de atinar. A pesar de sus contados 36 años, el de San Sadurniño, que era adolescente cuando comenzó a moverse en política, de joven promesa ya no tiene nada. Hombre de confianza de Carlos Negreira, y por extensión del presidente Feijóo, será principal de la Diputación coruñesa al menos los próximos cuatro años. Pero es apuesta segura del PP y habrá tareas futuras para él.

Más allá del papel meramente institucional, al ente provincial llega después de encargarse personalmente de propinar los diretes a los dimes del Ayuntamiento coruñés en los dos años previos a las elecciones municipales, cuyo éxito celebró a la vera del ahora alcalde Negreira.

Ocupó el despacho de Nuevos Ministerios en 2009, poco después de ser padre de un pequeño. Ensayaba entonces como progenitor lo que no le hacía falta ensayar como político precoz, batiendo recórds de edad en el partido como los batía uno de sus ídolos, Fernando Alonso, al que se considera "adicto".

Así lo comentaba en una entrevista personal a este diario, cuando explicaba sus primeros pasos en la política en su pueblo natal, San Sadurniño, donde sus padres regentaban una ferretería y donde volvió a ganar el BNG el pasado 22 de mayo. El color de ese concello no era nacionalista cuando Calvo tenía 16 años. "Entró un alcalde del PP y tenía muchos concejales que contaban con la gente joven del pueblo". Así empezó, ayudando a organizar cualquier cosa, primero celebraciones y después campañas electorales. Tenía un antecedente político en la familia: su abuelo había sido regidor en un breve periodo en el mismo municipio de Ferrolterra.

Ni rural ni urbano ni rururbano. "Yo es que soy del mundo". Infancia en San Sadurniño, BUP y COU en Ferrol y universitario en Santiago. Es licenciado por la Facultad de Económicas, a donde llegó rebotado de Vigo, desilusionado por la ingeniería de Telecomunicaciones que escogió como primera opción.

En Económicas recibió enseñanzas de futuros rivales políticos en el Parlamento, como Vega Buxán y Ceferino Díaz. "¿Pero tú qué haces aquí? ¿No aprendiste nada en mis clases?", le espetó el socialista cuando lo vio por primera vez en un escaño popular en el pazo do Hórreo. Tenía solo 28 años. Había desarrollado su carrera política en Ferrol y dado el salto a la presidencia de Nuevas Generaciones.

Relata que fue en su primera intervención en el Parlamento gallego, sobre el puerto exterior de Ferrol, cuando sintió que había dejado de ser joven promesa para jugar en primera división. La misma sensación tuvo en un mitin presidido por Manuel Fraga en A Malata en las municipales de 2001. Ha ido escalando en el partido, ocupando diferentes puestos orgánicos como una de las vicesecretarías del PP gallego.

La total confianza en él depositada por Carlos Negreira -dentro de la red tejida por Romay Beccaría en el partido- se consumó en junio de 2008: lo nombró secretario general del PP de la provincia, cuando el líder de la oposición en el Ayuntamiento y futuro alcalde fue elegido presidente con un 91% de los votos.

Fue el número cuatro de la lista provincial encabezada por Negreira en las autonómicas de 2009 y su nombre se llegó a barajar como portavoz del partido en el Parlamento, cámara que dejó para desplazarse a Nuevos Ministerios. Fue el primer superdelegado, aunque rechazó este calificativo: "es que parece que tengo alguna magia y no es verdad". Y es que ni siquiera de infante tuvo un superhéroe favorito. Solo Michael Jordan. Y ahora Messi, amante espectador de deportes (y culé) como es.