Si alguien le hubiera dicho a principios de año a un aficionado coruñés a los sonidos más duros que el plazo de cuatro meses iban a pasar por su ciudad Megadeth, Slayer, Saxon, Judas Priest y Motörhead, no lo habría creído. Pero así ha sido, y estos seis mitos del heavy metal han desfilado por las tablas del multiusos de Alfonso Molina en dos veladas que se han saldado con rotundos éxitos artísticos y de público, demostrando la inquebrantable fidelidad de este público con su música.

Fueron más de 7.000 los metalheads que acudieron a la segunda visita de los británicos Judas Priest, que en esta ocasión vinieron acompañados por sus compatriotas Motörhead y Saxon.

Fueron estos últimos los que abrieron la velada cuando pasaban pocos minutos de las siete de la tarde. Mientras ellos subían al escenario, el variopinto público -de todas las edades, y con lógica preponderancia de melenas, camisetas negras, cuero y tachuelas- todavía entraba en el recinto y se acomodaba para una noche muy larga.

La banda liderada por Biff Bifford cumplió con honor su tarea, y deleitó al respetable con himnos como Princess of the night, Denim and leather y Wheels of steel.

Tras media hora de descanso y con mucho más público en las gradas y el foso del Colisum, saltó a las tablas el que para muchos es la personificación misma del rock and roll: Lemmy Kilmister, líder de Motörhead.

"Somos Motörhead, y tocamos rock and roll". Tras estas palabras, el incombustible músico, ataviado con una camisa negra desabrochada y un sombrero de oficial confederado, arrancó con Iron fist, uno de sus temas clásicos y siguió con Stay clean.

El ambiente comenzó a caldearse con este tema pero no fue hasta que encadenó Kill by death, Going to Brazil y Ace of spades cuando el público pasó del simple calentamiento a la ebullición.

"Nunca habíamos estado en esta ciudad pero sois un gran público", dijo el cantante de Motörhead, Lemmy Kilmister, antes de bajarse del escenario del Coliseum.

Acompañado por Phil Campbell y Mikkey Dee, Kilmister, de 65 años, ofreció un somero repaso por los temas más populares de su trayectoria. No faltaron clásicos como Overkill. Lemmy derrochó actitud, carisma y decibelios en su primer recital en la ciudad, y demostró por qué Motörhead fue durante muchos años la banda que tocaba más rápido y más duro del mundo.

Tras el rock con tintes punk del trío inglés, llegó el momento de las estrellas de la noche, Judas Priest. La banda está inmersa en el Epitaph Tour, su última gran gira mundial antes de, como afirmó el bajista Ian Hill a LA OPINIÓN, "tomarse las cosas con más calma", y reducir su ritmo de trabajo. Al compás del clásico de Black Sabbath, War Pigs, la banda irrumpió en el espectacular escenario de Coliseum con su clásico Rapid Fire, que sonó encadenado a otro inolvidable, Metal Gods.

Rob Halford mantiene su eterna elegancia sobre el escenario a pesar de lucir una gabardina larga de cuero negra con tachuelas y todo tipo de abalorios metálicos. Su actuación en el Coliseum dejó claro la razón por la que se le considera uno de los grandes frontman de la historia del rock and roll y es que es él en el escenario, pero también todas las leyendas del rock and roll.

El nuevo guitarrista de la banda, Richie Faulkner, se granjeó un gran protagonismo en el espectáculo y su actuación no dejó lugar para la nostalgia de las manos de K.K. Downing.

Les gusta el efectismo y, para esta gira han elegido un escenario que recuerda a una industria decadente de cadenas de metal y que, al ritmo de algunos de sus temas más coreados, se quema en un incendio de llamaradas de pirotecnia, porque es un show complejo y completo.

No faltaron canciones como Turbo lover, Breaking the law y Another thing coming, que hicieron que el público no quisiese marcharse del Coliseum. Para muchos aquello de Living after midnight, que también sonó en el auditorio de Alfonso Molina, se hizo realidad y nadie quería despedirse del ambiente festivo, de los cuernos en alto, de los decibelios, de los gritos y de las tachuelas metálicas en prendas de cuero tan largas que llegaban hasta los pies.

El Coliseum se preparará ahora para una cita bastante menos dura que la de ayer por la noche, el concierto de la tonadillera Isabel Pantoja, que cantará el 26 de agosto en el multiusos.