Hoy se cumplen 15 años del derrumbe de 200.000 metros cúbicos de tierra y basura en Bens. El desplome del vertedero le costó la vida a Joaquín Serantes, un hombre de 58 años que limpiaba su coche junto a un arrollo. La víctima quedó sepultada por el alud, que arrastró vehículos y decenas de embarcaciones situadas junto al puerto. Los residuos, según relataron algunos testigos, rodaron por la falda del monte de San Pedro y cubrieron un puente y un riachuelo.

El entonces alcalde, Francisco Vázquez, aseguraba que se arrimaría a las tendencias medioambientales y se prometió a sí mismo que A Coruña luciría un sistema de tratamiento de residuos basado en el reciclaje. Vázquez optó por desvincularse de la política de incineración de basura del Gobierno autonómico y apostó por crear la planta de reciclaje y compostaje de residuos de Nostián, que fue inaugurada en enero de 2002. Las instalaciones, desde su puesta en marcha, se convirtieron en una máquina de tragar dinero y de generar polémica.

Su creación costó 46,9 millones -7.800 millones de las antiguas pesetas- y la Unión Europea, en la actualidad, investiga si el Ayuntamiento cometió irregularidades en la gestión de los doce millones procedentes de los fondos comunitarios que se aprobaron en el año 2000 para la construcción del complejo.

El concejal de Medio Ambiente, Enrique Salvador, anunció en agosto que el Gobierno local encargará a finales de este mes una auditoría técnica y otra económica sobre la situación de Nostián y su evolución desde que fue inaugurada. Una vez tenga en su poder los documentos, el edil decidirá sobre la recepción de la planta, las mejoras que se realizarán y el pago de los 58 millones que reclama la concesionaria, Albada, por obras que ejecutó desde hace nueve años.