Cuatro hombres comparecieron ayer ante el juez como acusados de haber amenazado al propietario de un bar en reiteradas ocasiones para que éste pagara una deuda. La supuesta víctima, a pesar de haber asegurado durante la fase de instrucción que los cuatro acusados lo habían amenazado y asustado, cambió su versión durante el juicio celebrado ayer y explicó que dos de los procesados se habían limitado a acompañar a un hombre que fue el que realmente lo amenazó y que no estaba ayer sentado en el banquillo y que los otros dos ni siquiera pertenecían al grupo.

Este cambio en el testimonio se tradujo en que la supuesta víctima de los hechos retiró la acusación hacia los dos procesados a los que no identificó -uno de ellos defendido por el abogado Pablo Freire- y en que el fiscal pasó de solicitar para los otros dos -uno de ellos representado por el letrado Diego Reboredo, del despacho de José Ramón Sierra- una multa por una falta de coacciones leves en lugar de los dos años por el delito de amenazas condicionales que había propuesto inicialmente en su escrito de acusación.

Las amenazas que denunció el propietario del bar y que condujeron al juicio celebrado ayer comenzaron en febrero de 2006, con una visita que hicieron los supuestos extorsionadores al local. En esta primera ocasión, la víctima no se encontraba en el establecimiento, por lo que fue una empleada la que habló con ellos. Según declaró esta empleada en el juicio de ayer, los hombres se habían limitado a preguntar por la supuesta víctima y a decir, al conocer que ésta no estaba, que vivía muy bien por no estar trabajando.

El primer encuentro entre la supuesta víctima y el grupo ocurrió en la segunda visita de los presuntos extorsionadores al bar. Uno de los miembros del grupo, que no estaba entre los que ayer fueron juzgados según expuso el propio denunciante, mantuvo una reunión con él en un apartado del local. Los otros, entre los que supuestamente estaban dos de los cuatro que se sentaron ayer en el banquillo, esperaron en la barra. En la conversación, siempre según el testimonio del denunciante, el presunto extorsionador, que dijo llamarse Ángel, le expuso al moroso que pagar la deuda sería lo más seguro para él.

Tras este encuentro, el dueño de la cafetería llamó supuestamente a la persona a la que le debía dinero para quejarse. Durante el juicio de ayer, el denunciante afirmó que esta persona le había pedido perdón y le había asegurado que no había contratado los servicios del grupo.

Una serie de supuestas llamadas telefónicas del extorsionador que había hablado con él en el bar hicieron que el denunciante acudiera a la policía para comentar su caso. Tras recibir una serie de consejos de la policía, que le recomendó que siguiera la corriente a los que lo amenazaran, la supuesta víctima mantuvo una nueva reunión con los miembros del grupo en una cafetería de la calle Real. Los agentes detuvieron durante esta reunión a los procesados -uno de ellos, al que el denunciante reconoció ayer como uno de los miembros de la pandilla, estaba sentado con el moroso y los otros se hallaban en otra mesa del local-. El que había hablado con el denunciante en su local y el que había hecho las llamadas, según dijo ayer la supuesta víctima, no estaba allí y, por tanto, no fue detenido ni procesado.