El Aquarium Finisterrae cuenta con nuevos inquilinos en sus instalaciones; nada menos que los primeros ejemplares de sanmartiño que se crían en cautividad. Aparte del éxito científico que supone este logro, según indicaron los Museos Científicos en una nota, la posibilidad de la cría en cautividad del pez de San Pedro - la otra denominación por la que se conoce a la especie- es de especial interés para la industria acuícola, debido a que se trata de un pescado con una carne muy apreciada, y que alcanza un precio muy elevado en los mercados.

Estos primeros ejemplares, de entre cuatro y cinco centímetros, nadan ya a sus anchas en uno de los tanques de la sala Maremagnum, donde pueden ser contemplados por visitantes, curiosos y gourmets.

El proyecto para criar en cautividad esta cotizada especie se puso en marcha en abril, en las instalaciones de la Casa de los Peces, con la colaboración del Instituto Español de Oceanografía (IEO).

El experimento comenzó con sanmartiños adultos salvajes que vivían en el Aquarium, de los que los biólogos extrajeron esperma y ovocitos, para realizar su fecundación en laboratorio. En esta fase se obtuvieron numerosas larvas viables, parte de las cuales se trasladaron al IEO en Vigo, donde prosperaron hasta convertirse en alevines.

Además del factor de la viabilidad comercial de los sanmartiños -que fue la principal motivación para la realización de esta experiencia-, los científicos tenían como objetivo la primera identificación y descripción de las fases de desarrollo embrionario de la especie, que no había podido ser investigado en profundidad por lo complicado de su captura.

El pez de San Pedro puede habitar en una gran variedad de ambientes marinos, que van desde estuarios y lagunas a mar abierto, en profundidades que van desde los 50 a los 400 metros. La dificultad en su captura radica en que es un pez solitario, que rara vez forma grupos, y las veces que lo hace éstos no superan los cinco individuos.

Otra de las características de esta especie es su aspecto desagradable, remarcada en la leyenda a la que debe su denominación de pez de San Pedro; el santo pescó un ejemplar, y ante su fealdad, lo devolvió al mar tras marcarle su huella en el costado.