Como en una película de Berlanga, con gente colgada en las ventanas, asombrada y emocionada, sin banderitas ni banda sonora, pero como si nunca antes les hubiesen visto. Con otras palabras, claro, pero más o menos así, relató ayer la concejal de barrio Mariel Padín que recibieron los vecinos de A Falperra a los operarios del servicio de limpieza y de mantenimiento de la ciudad y a los que realizaban labores complementarias en la zona para acometer un saneamiento intensivo. "Salían a las ventanas a aplaudir", comentó ayer Padín.

Estaba explicando las acciones que se habían acometido desde el mes de noviembre dentro del Plan Rúa. Se trata de un programa que tiene como objetivo limpiar a fondo zonas de la ciudad en las que, por su tráfico o por las operaciones que se realizan, el saneamiento ordinario no es suficiente.

Durante el primer mes de trabajo, el de noviembre, se han renovado papeleras, limpiado contenedores, reparado fuentes de las de beber, columpios de los parques infantiles, losas y hasta se han retirado vehículos abandonados en ocho zonas de la ciudad: Os Mallos, Os Castros, Novo Mesoiro, Agra do Orzán, A Gaiteira, Sagrada Familia, Barrio de las Flores y la urbanización Valaire.

En los meses de enero y febrero los operarios del Concello -entre 20 y 30 trabajan cada día que el Plan Rúa se pone en marcha- actuaron en Adormideras, Orzán, A Falperra y O Ventorrillo y, desde el inicio del programa, se han limpiado 89 calles, que se volverán a revisar pasado un tiempo para que sigan estando en buen estado.

Cuenta el concejal de Medio Ambiente, Enrique Salvador que el Concello invierte 40 millones de euros cada año en el mantenimiento de los espacios públicos. Dentro del Plan Rúa, el que lleva la limpieza intensiva a las calles más sucias de la ciudad, se desarrolla también un control de plagas con la colocación de cebos para animales y se tienen en cuenta las peticiones de los vecinos y de los comerciantes para mejorar las deficiencias de los barrios. Hay agua y jabón, pero también grúas, bombillas que se cambian, semáforos que relevan a antiguas señales, papeleras que son aseguradas y, cuando todo está como le gustaría a Mr. Proper hay - cuentan- aplausos de los vecinos.