Antes de componer una colección de ropa, los diseñadores hacen lo que se llaman básicos, unas piezas sobre las que, después, se irán introduciendo modificaciones y que sientan los pilares de los modelos que se pondrán a la venta y que funcionan como los embriones de los diseños finales. Pues esos básicos fueron los que unos ladrones se llevaron del taller de la diseñadora Lucía Ruiz de Aguirre, el alma mater de la firma de ropa coruñesa Peka's World, entre la noche del sábado y el lunes a las tres de la tarde.

"Fueron muy meticulosos, no hicieron ruido, entraron por la puerta del showroom y hasta dejaron las perchas en su sitio", explica la diseñadora que ha visto como, en un momento, se han esfumado tres años de su trabajo porque utiliza un sistema de patronaje propio.

Los agentes que investigan este robo no descartan el espionaje industrial, ya que los ladrones no se llevaron los ordenadores ni rompieron o destrozaron las máquinas del taller, solo se llevaron las piezas que necesitaban para -en caso de desearlo- desmontarlas y desarrollar una colección entera sin pasar por el proceso previo de hacer los básicos. Esta hipótesis del espionaje industrial encaja mejor en la manera de operar de los ladrones que otras posibilidades, como una venganza o simplemente hacer daño a la diseñadora, porque el taller y el espacio expositivo que tiene la marca en Juan Flórez no sufrieron desperfectos.

"Se llevaron todas las tallas, desde la 36 hasta la 42, de todos los modelos, los de manga corta, los de sisa y los de manga larga y 18 metros de tela -de dos piezas diferentes- que no da para nada", puntualiza Lucía Ruiz de Aguirre, pero esa cantidad puede servirles a los ladrones para intentar conseguir unos tejidos de calidad semejante y les abre la puerta para poder replicar toda la colección.

La importancia de las prendas sustraídas reside en que, desmontadas, contienen las claves de la marca Peka's World, las diferencias que hay entre una talla y otra, las medidas que se utilizan para componer los vestidos, colocar las cinturas o incluso qué longitud deben tener las mangas de una camiseta o dónde se acaba el escote de un top.

"Estoy alucinando con que nos pase esto a nosotros, que somos una firma pequeñita, los ladrones tenían muy claro a qué venían porque, si nos quisiesen hacer daño sin motivo hubiesen quemado las prendas o roto las sillas y los ordenadores o deshecho las piezas de ropa, pero no, solo se llevaron lo que les interesaba", explica Lucía Ruiz de Aguirre, que ahora tendrá que trabajar "muchísimo" para poder volver a hacer los básicos de su colección de primavera verano, la que salió a la venta hace diez días. Conserva los patrones y algunas de las piezas finales, pero las 24 prendas que los ladrones se han llevado son las que contienen la fórmula de toda la temporada, los largos, las vuelos, las sisas, todos esos pequeños detalles que hacen que una prenda se diferencie de las demás.

"Es como la fórmula de la Coca-Cola", dice la diseñadora porque, aunque le queden latas de refresco, tendrá que volver a desarrollar la combinación. Ha colgado en internet algunas de las piezas sustraídas por si alguna de sus clientas reconoce las posibles réplicas de los modelos robados.