Las personas mayores serán los usuarios del dispositivo creado por el grupo de investigación de Gerontología de la Universidade da Coruña, dirigido por José Carlos Millán. A través de un pequeño aparato, los usuarios podrán estar conectados desde su domicilio las 24 horas durante los 365 años con un centro de control además de acceder a actividades para ejercitar la memoria o consultar parámetros biomédicos como la tensión o el nivel de saturación de oxígeno en sangre.

Que este producto pueda venderse a partir del próximo 1 de junio una vez que finalice el periodo de prueba tiene detrás dosaños de estudio -desde 2002 a 2004- durante los que se invirtieron 1,5 millones de euros. Millán solicitó la patente a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad coruñesa, una demanda cuya resolución tardó unos cuatro años.

Hasta 2010 los creadores no tuvieron la exclusividad para explotar su plataforma de telegerontología y que según Millán podría considerarse una variante de la telemedicina que se aplica con pacientes crónicos. El catedrático entiende que el proceso paraotorgar una patente sea "lento" porque "los inspectores deben revisar toda la bibliografía mundial para constatar que el invento es novedoso y no existe nada igual en el mercado".

El año pasado, el grupo decidió iniciar la aplicación práctica del dispositivo mediante la constitución de la empresa Recursos y Servicios Gerontológicos, cuya sede se inauguró esta semana en la calle Juana de Vega. Además de vender el dispositivo, la entidad presta servicios de asesoría y consultoría gerontológica y diseña otros productos para séniors. Millán avanza que algunas de las aplicaciones que pretenden incorporar a su creación permitirán medir la glucosa, el ritmo cardíaco, los trastornos respiratorios y la malnutrición.

El mecanismo consta de una pantalla táctil, un dispositivo conectado con el que medir la presión arterial o el nivel de saturación de oxígeno en sangre y un brazalete con alarma remota que debe portar el usuario y que funciona como sistema de telealarma gracias al que puede comunicarse "en cualquier momento" por videoconferencia con profesionales del centro de control.

Las personas mayores tendrán que familiarizarse con las nuevas tecnologías si quieren acceder a este servicio de teleasistencia y como aclara Millán, aunque en un principio "se sorprenden" enseguida "se adaptan" y aprenden a utilizar el aparato.

El experto señala que la aplicación en la que se incluyen los ejercicios de estimulación cognitiva ha sido la que más éxito ha tenido entre las 200 personas que en el periodo de prueba ya han tenido la ocasión de probarlo en los centros cívicos de la ciudad o en algunos domicilios de usuarios que viven solos. Actividades de concentración, orientación o de capacidad visual-espacial distribuidas en tres sesiones semanales de 20 minutos contribuyen, según Millán, a tener "un envejecimiento activo" basado en la autonomía personal y la mejora de calidad de vida de la población de más de 65 años.

Los servicios de telegerontología permiten que el individuo permanezca más tiempo en su casa retrasando su institucionalización porque beneficiarios de esta tecnología mantendrían "una vigilancia continuada". Con un precio medio de 75 euros al mes con el que se paga la asistencia constante, el gerontólogo coruñés considera que se ahorra dinero si se compara con otros recursos tradicionales como los servicios de atención a domicilio o el pago de su estancia en un centro de día o una residencia.

El siguiente paso del grupo es ampliar su sistema online interactivo para poder aplicarlo con personas con discapacidad, un proyecto que ya se probó en domicilios de cuidadores familiares de dependientes que recibían ayuda mediante control remoto desde el centro gerontológico La Milagrosa, dirigido también por José Carlos Millán.

Aunque la UDC mantiene un contrato de licencia con la empresa e ingresa un porcentaje por cada equipo que esta venda, el docente reconoce que desde la Universidad es difícil conseguir fondos en el actual contexto de crisis. En su caso admite que se creó la entidad debido a que inversores externos a la institución académica decidieron apoyar la iniciativa, pero es consciente de que no todos tienen la misma suerte.

"Muchos proyectos se quedan en la universidad al no encontrar el capital que necesitan y una patente si no se pone en la calle no sirve de nada", lamenta. Para aumentar el número de licencias cree que hacen falta "buenas ideas de los investigadores y fondos para poder desarrollarlas". Advierte de que las subvenciones actuales son "muy selectivas" y ese recorte en I+D evita estar entre los países más avanzados.

Aparte de una patente, el grupo de investigación ha registrado como propiedad intelectual la aplicación telecognitio, el ratón Geropad con el que los mayores y discapacitados pueden navegar de forma sencilla por la Red y el sistema Gerogex para gestionar los historiales médicos de los pacientes.