La crisis afecta al sector pesquero. La flota ha menguado y los plazos para el mantenimiento de los barcos se alarga para ahorrar costes. Estas son las consecuencias de la recesión económica que notan en Varaderos Lazareto, cerca de la playa de Oza. Efectos Navales Pombo se hizo cargo de las instalaciones en los años noventa y confía en mantenerse porque, pese a la merma, la pesca sigue siendo un sector fuerte en A Coruña. "Hay que buscar el apoyo entre empresas de la ciudad. Hacemos un esfuerzo por ambas partes", explica el administrativo del varadero, Juan Manuel Gómez, que calcula en una veintena los barcos que realizan el mantenimiento en la compañía cada año. A falta de datos, no se puede comparar con hace unas décadas, aunque el cambio experimentado se comprueba con una conversación con un empleado.

Francisco Ventureira trabajaba en Varaderos Lazareto en 1968, cuando sus instalaciones estaban en La Marina. Contempló el traslado a Oza y, aunque su vida le llevó a trabajar en otros lugares de Galicia, volvió a trabajar hace unos años a esta empresa, en la que espera jubilarse. Con un solo dato se comprueba la diferencia del sector hace treinta años. "Éramos cien en la plantilla y, cuando había mucho trabajo, se cogía a gente del paro. Se trabaja a turnos, a veces de noche", explica. García apostilla cuántos empleados tiene ahora el varadero: una decena.

El veterano operario se sonríe al pensar cómo han cambiado las técnicas en el mantenimiento o reparación de barcos. "Antes se lavaban con cepillo y manguera, y ahora hay pistolas", comenta, y recuerda que la flota coruñesa en los años 70 era de 300 embarcaciones. El trabajo en este tipo de instalaciones era mucho y por eso había muchas más compañías. Ahora lo ve más justo: "Ahora hay para uno o dos varaderos... y rascando".

El administrativo corrobora que la carga de trabajo es "justa" y que la crisis económica ha obligado a los armadores a espaciar más las revisiones de los buques. "Aprovechan paradas biológicas para proceder al mantenimiento rutinario del barco", explica. El verano, por el buen tiempo, es la época en la que más trabajo hay. "La pintura tiene que secar", apunta, sonriente, Gómez. En total, al año pueden pasar por los tres carros que tienen disponibles para los barcos hasta 20 buques, la mayoría de la flota pesquera. Aunque están dispuestos a reparar o realizar labores a cualquier tipo de embarcación, la pesca es el sector al que están, dice, "más ligados".

Su cercanía al puerto de Oza facilita el traslado de los buques pesqueros a las instalaciones, una operación con una técnica especializada, en la que una máquina arrastra las varias toneladas que suelen pesar las embarcaciones para que después queden fijadas a tierra con dos soportes. A partir de ahí, la meteorología y el tipo de reparación que precise marcarán el tiempo de estancia del barco sin tocar el agua del mar.