El bar King y su pensión, en el número 7 de la calle Barcelona, sufrieron ayer un registro que tuvo como resultado la petición del cese de actividad de los dos negocios. A pesar del despliegue policial, con agentes del cuerpo nacional y del local, y de la alegría de los vecinos, que pensaban que la cafetería quedaría precintada, el King volvió a abrir sus puertas tan solo unos minutos después de la marcha de los agentes y de los técnicos de la Consellería de Sanidade, que solicitaron el cese de la actividad por motivos sanitarios.

Los residentes en la zona confiaban ayer en que el King cerraría sus puertas definitivamente y que se despedirían de sus incómodos vecinos, algunos incluso se felicitaban por la calle al ver las patrullas policiales. Según el Ayuntamiento, este registro forma parte de una "inspección rutinaria al establecimiento", como las que se hacen a "otros locales de la ciudad", aunque esta acción viene precedida por la orden de cierre inmediato de tres locales también de la zona, el Balsa, el Flash y el restaurante de comida rápida Abadía el pasado miércoles.

Los vecinos se quejan de la inseguridad del barrio, de que no pueden dejar a los niños solos en la calle, de que no van al cajero automático a menos que esté la policía delante y de que no pasa un día en el que las dependientas de las tiendas no tengan miedo. "Nos roban constantemente", decía ayer la empleada de un establecimiento cercano al bar King, que cuenta que el encerrarse en el negocio con los clientes dentro "porque hay puñaladas y peleas" es el pan de cada día en la calle Barcelona.

Algunos de los vecinos advierten de que el propietario del bar King ha adquirido más inmuebles en la zona, uno de ellos en el número 11 de la calle Agra de Bragua, en O Ventorrillo, y que los alquila por habitaciones a personas que resultan conflictivas para los inquilinos de los otros pisos, y que se resiste a abonar los recibos.

Los técnicos de Sanidade, de Urbanismo y de Turismo -por la actividad de pensión- realizaron un informe sobre las carencias de los negocios y solicitaron el cese de su actividad por motivos de salubridad y es que el primer piso del edificio que funciona como pensión y en el que, según sus habitantes residen unas 20 personas, está en un estado ruinoso, con humedad en las paredes, desconchones en la pintura y con una ausencia total de limpieza en las escaleras.

En el primer piso vive una familia, la de una antigua chabolista de Penamoa, La Tomates, "un señor mayor", una pareja y otro hombre, que ayer, durante el registro, a media mañana, no se encontraba en el inmueble. En algunas de las puertas no hay cerradura y todos comparten baño.

Una de las residentes dice que su pareja y ella pagan "tres billetes de 50 euros y uno de 20" cada mes y que, siempre y cuando abonen la cantidad establecida, se podrán quedar, al igual que los demás usuarios de la pensión, a pesar de no tener un contrato y de no recibir un papel que acredite que han pagado la cantidad acordada verbalmente. Dicen los que residen en el primer piso del edificio que el problema "es la gente que va al bar", que son los que llevan los problemas a la zona, que ellos intentan vivir tranquilos en el edificio.

Los vecinos, sin embargo, creen que los usuarios del King son los mismos que alquilan las habitaciones en el inmueble anexo y los que ofrecen y consumen drogas en la calle, los que tiran botellas vacías a los paseantes, los que gritan y, si la cosa se pone un poco complicada, los que se pelean y acaban agrediéndose con lo primero que les cae en las manos, no en vano, en agosto, un hombre le cortó el cuello a otro -a eso de las tres de la tarde- con el filo de un vaso roto.

Tras esta inspección, el dueño del negocio tendrá que enfrentarse a una sanción, si es que la Administración decide imponérsela, o tendrá que ceder a la petición de cese de actividad para acometer las reformas que los técnicos le requieren para poder ejercer su actividad de manera legal. El propietario comentó a algunos de los presentes en el registro que se jubilaría dentro de unos meses, por lo que ya no acometería ninguna reforma en las habitaciones ni en el bar.

Los inspectores de Sanidade acudieron también a uno de los negocios que, desde el miércoles por la tarde, está cerrado, el Abadía, un local de comida rápida y de servicio a domicilio. El gerente del bar confía en poder abrir de nuevo la próxima semana, ya que considera que el parte de Sanidade no refleja demasiadas irregularidades y que el cierre de su local fue fruto "de la onda expansiva" de la actuación de la Policía Local en el barrio. Asegura que su clientela nada tiene que ver con la del bar King o el Balsa.

Ni un par de horas estuvo cerrado el bar King tras la marcha de los técnicos de Sanidade, de Turismo y de Urbanismo. Poco después de solicitar el cese de actividad del local y de su pensión, las mesas y las sillas volvían a estar en la calle, ocupadas por los clientes habituales del local, como si nada hubiese pasado. La Junta de Gobierno local celebrada ayer en el Concello, poco antes de que se produjese la inspección en el bar King, recogía una felicitación de Alcaldía a las áreas responsables de las actuaciones realizadas "en determinados locales de ocio de la calle Barcelona". Durante la inspección, los usuarios de la pensión pudieron subir a sus habitaciones y ver cómo trabajaban los técnicos, que tomaron notas y fotografías del estado del inmueble. / Redacción