-¿La gente conoce el papel y las funciones de las bibliotecas?

-Todavía nos encontramos con el concepto de biblioteca como un espacio restringido a unos privilegiados adonde se puede ir a pedir un libro. Para la ciudadanía nuestro papel termina ahí pero las bibliotecas de hoy tienen la función de ayudar a los usuarios a facilitarle la información que buscan o decirle donde localizarla. Se tiene la percepción de que es algo solo para estudiados, pero al contrario, el que menos sabe es el que más nos necesita.

-¿De qué forma hay que mostrar esa parte más desconocida?

-Las bibliotecas al igual que las empresas tienen que captar clientes y sobre todo a los que no les gusta leer ofrecerles propuestas atractivas con actividades como talleres de cómic, el lenguaje artístico de hoy gracias al que muchos se enganchan a la lectura. Gente que viene a alguna actividad se acaba quedando y empieza escuchando un disco y acaba por un libro.

-¿Le resulta extraño a la gente descubrir que la biblioteca está para más cosas que para prestar libros?

-Incluso a la propia institución provincial cuando proponemos alguna cosa le parece raro. No somos la biblioteca del siglo XIX o XX. En la del siglo XXI el público puede acceder en internet y en el día a día uno se de cuenta de la necesidad de aprender este tipo de cosas o nociones sencillas de inglés para desenvolverse en la vida diaria como a la hora de encender y a apagar un electrodoméstico cuyos comandos vienen en ese idioma. Por eso ofertamos cursos sencillos de iniciación. Hay gente que no se atreve a probar en estos ámbitos porque lo ve como algo muy complicado.

-¿Han ganado adeptos con estas actividades?

-Tenemos muchos casos de personas que han venido a alguna actividad y luego se pasan aquí el día porque encuentran una forma de llenar su ocio. En tiempos de crisis la biblioteca es el refugio ideal para todo el mundo porque el que no tiene nada aquí lo tiene todo.

-¿Tienen en cuenta las nuevas tecnologías en su programación?

-Contamos con varios lectores electrónicos que los usuarios pueden llevarse a casa y ver como funcionan y audiolibros para aquellos con más dificultades para leer como la gente mayor con problemas de vista o los jóvenes que leen muy poco. La necesidad del público es lo que nos da la clave sobre lo qué hay que hacer y como renovarnos.

-¿Qué importancia tienen los más pequeños en el centro?

-En cuanto nacen los bebés ya pueden ser socios. Si a un niño se le acostumbra desde pequeño en la lectura como si fuese un juguete aunque a lo largo de su vida haya etapas en las que lea poco siempre llevará eso dentro y en algún momento volverá al libro. Una vez que se consigue un niño lector se tiene para siempre.

-¿Es fácil inculcar el amor por la lectura a los niños?

-Tenemos las secciones divididas entre la de bebés, infantil, juvenil y a partir de 17 años para adultos. Los niños son muy fieles y como le gusten las actividades son muy agradecidos y permanecen. Y también son los primeros en decir si algo no les gusta, lo que estimula a mejorar. Los carnés varían de color según cada categoría y es bonito ver como algunos que empezaron como bebés evolucionan hasta tener el carné de adulto.

-¿Cómo ha evolucionado el número de usuarios?

-Este año tenemos 65.000 socios adultos cuando el año pasado andábamos por los 50.000. Hemos crecido mucho y ya solo en el grupo de los bebés hay 3.000 usuarios. En esto puede influir la crisis porque la gente ocupa el tiempo en formarse y viene a buscar material para formarse.