-¿Qué tipo de trabajo desarrolla su centro con los jóvenes discapacitados?

-Trabajamos con jóvenes de entre 6 a 21 años y nos centramos en el aspecto educativo. En concreto, tenemos una etapa de formación básica, en la que compartimos objetivos con la educación ordinaria pero en la que trabajamos otros contenidos más especializados con el fin de desarrollar habilidades de la vida diaria, como vestirse, ir al supermercado u orientarse por la calle. Mientras tanto, la segunda etapa se dirige al mundo laboral.

-¿Qué actividades desarrollan en esta segunda etapa?

-Tenemos talleres de carpintería, electricidad y cuestiones relacionados con el trabajo material. Ahora estamos haciendo también un curso en redes sociales que es una continuación de otro sobre manipulación de bases de datos. El objetivo es la autonomía de los jóvenes y conseguir su integración laboral y en la vida cotidiana.

-¿Qué éxito están obteniendo en su labor de integración de los alumnos?

-En lo laboral, los resultados están siendo escasos porque no se crea empleo, y eso impide que puedan encontrar un sitio. En el pasado tuvimos buenas experiencias con empresas como Decathlon, pero hoy ya está más difícil, sobre todo cuando las propias empresas incumplen la ley.

-¿A qué se refiere?

-Obligatoriamente, las empresas que tengan más de 50 empleados deben reservar una especie de cuota laboral a trabajadores discapacitados. Y no lo hacen. Hay estadísticas y organismos que llevan denunciando esta cuestión años. Si a eso se le suma que el paro está por las nubes la situación se complica.

-Habla de la crisis. ¿Aquí también se notan los recortes?

-Pues se notan en todo, en los salarios y en la falta de recursos. Eso nos perjudica bastante y puede generar un déficit complicado de asumir.

-¿El trabajo con estos niños se limita al colegio o debe continuar en casa con los padres?

-Esa dependencia del trabajo en casa es, por decirlo de algún modo, uno de nuestros puntos débiles. Hay veces en las que si las familias no hacen su trabajo no vale de nada lo que les enseñamos aquí en cinco horas diarias. Si nosotros les enseñamos a ir solos al autobús y luego en casa no les dejan pues no hacemos nada. Como siempre hay extremos, unos quedan por arriba otros por abajo.

-Aquí tratan con muchos alumnos que viven en plena adolescencia. ¿Se tienen los mismos problemas que en la escuela ordinaria?

-Ellos son personas normales, como el resto. Tienen una menor capacidad para algunas cuestiones de la vida pero la infancia y la adolescencia les afectan igual. A esas edades se forman sus pandillas, buscan independencia del profesor, de los padres... Son los problemas habituales de un adolescente. Son uno más y se les trata como algo raro, limitamos su desarrollo.