La trabajadora social del Sergas que ejerce su profesión en la unidad de psiquiatría de un centro de salud mental fue clara en el juicio. En cuanto Estrada dio gritos en las instalaciones y corroboró que había tenido la misma actitud en el colegio en el que estudiaban los niños, el Víctor López Seoane, saltaron "las alarmas". De hecho, desde el centro contactaron con Servicios Sociales, que seguían a los pequeños desde el año 2000, y les recomendaron que aumentasen las medidas y les facilitasen el acceso a actividades extraescolares y a campamentos. En verano, llegaron a llamar para confirmar que los gemelos iban a talleres. "No dio tiempo a más". En agosto, el novio de su madre los mató a golpes. Mar, según la trabajadora social, reconoció que había "más tensión" desde que su novio vivía en casa, a donde se mudó cuando llevaban un mes saliendo, a finales de 2010. "Estrada le gritó al administrativo: 'nadie hace nada con estos niños', 'que los mediquen'", afirmó la funcionaria. "Le dije que no podía permitir que esa persona descalificase así a sus hijos", indicó, al tiempo que señaló que veía a la procesada como "una madre preocupada".