Sus ahora maltrechos tendones han soportado sesiones eternas de pintura a lo largo de sesenta años de carrera. Este viernes a las 19.00 horas, el MAC Gas Natural Unión Fenosa acoge un homenaje al pintor Felipe Criado, afincado en Mera (Oleiros). Un acto que presentará Mon Santiso y en el que intervendrán los poetas Manuel Álvarez Torneiro, Miguel Anxo Fernán-Vello, Miguel Mato, Pilar Pallarés, Olga Patiño, Anxeles Penas, Luz Pozo Garza, Xavier Seoane, Xulio Valcárcel, Eva Veiga y Antón Castro.

-¿Cómo recibe este homenaje a su carrera?

-Con tranquilidad y deseando que pase ya (se ríe). Estoy orgulloso de él por venir de quien viene, pero no me inquietaba que no me lo hubieran hecho. Lo que pasa es que salió de los poetas, a los que siempre he tenido mucho aprecio como espectadores de la pintura. La sensibilidad de la poesía es como la sensibilidad del melómano, a los que le apasiona la música, mientras que los poetas hacen lo mismo con todas las cosas de nuestra realidad.

-¿Se siente con ganas de seguir trabajando a pesar de que llegue este acto?

-Ahora no soy capaz de mover los cuadros que he pintado, tengo algunos de 2,50 metros que pesan una barbaridad. He estado tantas horas de pie trabajando que tengo problemas en los tendones de Aquiles. Sesiones que igual eran de cuatro a once horas, un esfuerzo que entonces no sentía, incluso hace unos cinco años cuando hice una exposición para el MAC. No me sentía viejo, pero a los dos años ya notaba encima el tiempo que tenía.

-¿Está satisfecho con sus sesenta años de carrera?

-Si una persona es sensata, no creo que se sienta satisfecha en cuanto a sí misma. Al menos en el aspecto creativo. Individuos de a pie que no tengan más compromisos que su trabajo o forma de vivir, no les compromete nada. Pero si uno se mete en berenjenales creativos, no se siente satisfecho de todo lo que ha hecho. Muchos cuadros que hice me gustan mucho, pero eso no me da pie para creerme lo que otros piensan. De lo que me dicen, tanto para bien como para mal, extraigo mis conclusiones. Prefiero la crítica bien hecha al piropo descarado, porque la crítica es un gran maestro.

-¿Por qué hizo hincapié en las mujeres a lo largo de su obra?

-Las tomé como instrumento expresivo del mundo femenino, pero no del cuerpo femenino. Lo mismo que si uno mueve la mano: puede hacer un gesto amistoso, expresivo o amenazante. Esa mano expresa lo que sientes, de la misma manera que lo hace un cuerpo según la aptitud que adopte. Igual que una obra, que también tiene un contenido que a veces tú no quieres darle sino que te sale. Yo cuando empiezo a pintar suelo hacerlo sin saber qué voy a hacer, empiezo manchando y son las propias manchas las que me empiezan a sugerir posibilidades. El mundo que llevas encima sale a través de tu obra, mi empeño ha sido siempre de admiración a la mujer.

-Muestras en el Museo do Pobo o en el Parlamento Galego. ¿Le quedó algún sitio en el que le hubiese gustado exponer?

-Me han quedado varias espinas que he llevado con tranquilidad. No soy gallego de nacimiento, nací por casualidad en Gijón y en el año 1940 vine para Galicia en plena postguerra, cuando moría mucha gente joven por enfermedades, aquello era una plaga. A pesar de tantos años, en una exposición en Santiago me presentaban como el pintor asturiano. Nunca me han tratado como un pintor gallego, y a mi eso me ha dolido porque yo soy gallego. Hay una fundación con obras mías importantes y hace dos o tres meses hicieron una exposición figurativa de artistas gallegos, en la que no figuraba a pesar de pertenecer a este género.