El PSdeG se desmarca de lo que tenga que ver con Francisco Vázquez y su urbanismo, y aconseja, a quien quiera saber algo más de él, preguntar al alcalde Carlos Negreira y a José Manuel Romay Beccaría, puesto que comparten mesa y mantel. Sin tener que colaborar en primera fila con el barón más indómito del socialismo gallego, que además fue su secretario general en dos ocasiones, la cúpula santiaguesa del partido le devuelve años de amor-odio y de dardos envenenados reduciéndolo a un "militante de base" que ocupó importantes cargos y asegurando que "comparte habitualmente encuentros de carácter privado" con dirigentes destacados del Partido Popular.

El portavoz del PSdeG-PSOE en la Cámara gallega, Abel Losada, cuestionado por la decisión del Tribunal de Cuentas de agrupar las denuncias de un exedil socialista y del BNG sobre la tramitación urbanística de Someso, sugirió a los periodistas que girasen los micros hacia la sede del PP coruñés. "Seguro que será más fácil hacerle esta pregunta al señor Negreira y al señor Romay Beccaría, que comparten habitualmente encuentros de carácter privado con él", espetó Losada, semanas después de que Negreira y Romay comiesen con Vázquez y otros invitados en Coristanco.

El parlamentario autonómico socialista abogó por la colaboración institucional para aclarar asuntos que pudiesen "lanzar sombras de duda", principalmente en estos "momentos de dificultades económicas, sociales y laborales" para "la mayoría de la población".

Losada redujo a Vázquez, que va a cumplir cuarenta años afiliado al PSOE, a un militante de base del PSdeG, aunque con "una larga historia de cargos orgánicos e institucionales". Larga historia que suma multitud de desencuentros con sus compañeros de partido en Galicia, en los que el exregidor se apoyaba en sus cinco mayorías absolutas y en que A Coruña y él mismo se bastaban para construir una "ciudad-estado".

"No soy acólito político de nadie, y no voy a renunciar nunca a dar mi opinión, coincida o no con el resto del partido. Callar, decir a todo que sí, es un estilo disciplinar que yo no comparto", manifestaba en 1993 en unas declaraciones que seguro podría repetir en la actualidad.

La capitalidad santiaguesa, su estrecha relación con Manuel Fraga -"Él ha aportado prestigio a la autonomía gallega"-, tensas relaciones con otros compañeros como Emilio Pérez Touriño, la oposición frontal de los pactos con los nacionalistas o su empeño en defender el topónimo castellano fueron algunos de los episodios más sonados de la particular relación de Vázquez con su partido. Una de las últimas ocurrió en su pugna por convertirse en Defensor del Pueblo, en la que acusó a algunos sectores del socialismo de vetarlo por ser católico.