Quemar los malos momentos, saltar por encima de las preocupaciones, deshacerse del meigallo. San Juan es la fiesta propicia para eso. Y para mucho más. Una noche corta pero intensa para disfrutar con amigos, en familia, incluso en pareja. Cada uno a su manera. En su barrio, en el bar de siempre, en la playa. Impregnados en humo, regados en alcohol, con el estómago satisfecho a base de sardinas. Y pan de brona... que no falte!

Más de 140.0000 personas, según el Concello, se tomaron al pie de la letra las instrucciones que manda la tradición y se dieron cita en torno a las miles de hogueras que iluminaron las playas y los barrios de la ciudad durante la noche más corta del año, un poco más larga en esta ocasión gracias a la festividad del día siguiente, una iniciativa del agrado de la mayoría. La jornada comenzó con trasiego de madera y víveres. Escaseaba ayer la sardina, en favor del churrasco, los chorizos y la empanada. La crisis no perdona aunque hace hueco para la bebida. Un menú-degustación para todas las edades y paladares compuesto por licor café, vino, cerveza, bebidas espirituosas y refrescos.

Todo ello a la luz del fuego purificador de las hogueras que, pasada la medianoche, iluminó la ciudad tras la quema de la falla en la playa de Riazor. Media hora antes, las carrozas de las Meigas mayores e infantiles recorrieron el paseo marítimo y los fuegos artificiales rivalizaron en espectacularidad con los globos tailandeses que se soltaron en la playa de Matadero.

La música comenzó a sonar en la explanada de Riazor. Una verbena organizada por el Ayuntamiento a cargo de las orquesta Panorama y Cinema fue la alternativa para los más reacios a bajar a la playa donde la diversión estaba asegurada. Risas; saltos y arrumacos al son de los tambores de los Kilomberos de Monte Alto y de los acordes de alguna que otra guitarra... Todo lo necesario para disfrutar de la noche más meiga.