Hace apenas tres meses, en el mes de agosto, Víctor Pablo se despedía de la Sinfónica de Galicia y del público de A Coruña en la plaza de María Pita con unos conciertos populares. Pero la verdadera despedida tuvo lugar en el Palacio de la Ópera, sede habitual de la OSG, donde recibió una impresionante ovación. El público de la ciudad supo manifestar su reconocimiento a quien desarrolló durante veinte años un proyecto musical que ha dejado en la urbe a una orquesta que se sitúa a la cabeza de las agrupaciones españolas, complementada con una Orquesta Joven y otra de Niños, además de tres excelentes coros.

También ha sabido apoyar a los creadores gallegos y un ejemplo -entre otros muchos ejemplos- es precisamente la primera obra que figuraba en el programa del pasado viernes, Fanfarrias Xacobeas, del compositor Juan Durán. También en esta ocasión, al subir al podio por primera vez como director honorario, Víctor Pablo fue recibido con una verdadera aclamación, que refrendó la de su despedida.

El acto musical incluyó tres obras que la OSG tocaba por primera vez: la de Durán y las de Menotti y García Abril. En el Concierto, de Mozart, brilló el pianismo refinado, con elegante fraseo y exquisita regulación dinámica, de Blechacz, que ofreció un Vals de Chopin como bis. La preciosa partitura de Menotti, sobre los conocidos versos de Santa Teresa, tuvo en Raquel Lojendio a una intérprete más que notable, con sus mejores prestaciones en los registros medio y agudo, y una emisión y un fraseo perfectos. Aquí hubo ya breves intervenciones del Coro, que se mostró afinado y seguro; pero tuvo su mayor participación en la espléndida partitura de García Abril, donde colaboró con la soprano en transmitir el mensaje profundo, dramático, de la música del maestro turolense sobre los versos de Antonio Gala.

Ruslana Prokopenko tuvo una actuación sensacional, extraordinaria. Contar con ella como violonchelista principal de nuestra orquesta es un verdadero privilegio.