Menos conocido que Padre Rubinos pero con una función similar, el Hogar de Sor Eusebia, ubicado en la zona de Bens, es una de las últimas esperanzas a los que se agarran los excluidos y enfermos sin recursos de la ciudad. En esta casa, se ofrecen 60 camas para los más necesitados que, a diferencia de Padre Rubinos, pueden ser ocupadas de manera indefinida por quien no tenga hogar y quiera establecerse con la entidad.

Esta mayor flexibilidad para las estancias hace que muchos de sus residentes lleven en el Hogar de Sor Eusebia desde hace más de 25 años. Los usuarios de este albergue son personas excluidas, sin recursos, muchos de los cuales padecieron en el pasado adicciones a drogas, alcohol o cuentan con enfermedades psiquiátricas. Con todo, hay un requisito insalvable: no ser mujer y no superar los 65 años de edad.

La crisis ha aumentado también la demanda de servicios en este centro hasta el punto de que muchas de las solicitudes han tenido que ser rechazadas. "Con mucho dolor hemos que tenido que decir que no a gente que realmente lo necesitaba, pero no hay recursos para todos", arguye el subdirector de la entidad benéfica Víctor Hugo Castillo.

En este caso, la comunicación entre los trabajadores sociales de este centro y Padre Rubinos, Concello, Cruz Roja o Cocina Económica es continua a lo largo de todo el año. "Los trabajadores sociales ya se las arreglan, se ponen en contacto y ellos ya saben qué personas dan el perfil para ir a un lugar o a otro", arguye.

El visto bueno para la entrada en el centro se consigue una vez se haya pasado una entrevista con los técnicos y se ha demostrado la situación económica de cada solicitante. El director de Sor Eusebia, con todo, hace hincapié en que la función del centro va más allá de ofrecer refugio a aquellos que por uno u otro motivo se han quedado sin hogar. "Lo que aquí damos y que ellos más nos agradecen es compañía, cariño y amor", sentencia.