Tras un pasado industrial floreciente, la fábrica de armas coruñesa comenzó a sufrir problemas en los años ochenta con el descenso de la producción de armamento que ordenaron los sucesivos gobiernos centrales. Fue entonces cuando comenzaron las protestas de los trabajadores, quienes denunciaron que la pérdida de encargos se hacía en beneficio de otras instalaciones del grupo Santa Bárbara, por lo que reclamaron igualdad de trato. Con el paso del tiempo, las movilizaciones de estos empleados se convirtieron en una imagen habitual en la ciudad, mientras que la plantilla disminuía año tras año al no cubrirse los puestos de las personas que se jubilaban. La venta del grupo a General Dynamics incrementó los temores de que la factoría coruñesa se cerrara, situación que se confirmó el año pasado al decidir la multinacional abandonar este centro de producción, para el que ahora hay ofertas de dos empresas para hacerse cargo de su gestión.