-¿Qué supone para usted este homenaje de los vecinos?

-Un agradecimiento y reconocimiento de mi trabajo porque me dediqué mucho al barrio en los primeros años. Aquí tuvimos que comenzarlo todo desde cero.

-¿Cómo se organizan los vecinos de un barrio que parten de no tener nada?

-Eso era un desierto cuando llegué. Yo fui de los primeros residentes del barrio. Había solo dos edificios terminados y no estaban completamente habitados. Éramos pocos e hicimos las primeras reuniones en Casa Juana, en Pocomaco, y, cuando abrió, en la cervecería Mesoiro. Nos reuníamos en bares porque no teníamos local ni nada por el estilo. Poco a poco fuimos sumando gente y sentando las bases de la asociación. No fue difícil conseguir que los residentes se organizasen en torno a este proyecto.

-En aquellos inicios, ¿cómo eran los servicios del barrio?

-Al principio era todo polvo, barro, las calles estaban sin terminar... era intransitable. Precisamente lo primero que hicimos fue ponernos en contacto con los concejales para exigir que se acelerasen las obras porque aquellas condiciones no eran lógicas.

-Sin embargo, ahora es un barrio bien dotado.

-Todo lo que tenemos ahora es resultado de la lucha de la asociación de vecinos, que peleó para conseguir todo eso. Nosotros nos reunimos con alcalde y concejales reclamando mejoras en las comunicaciones y en los servicios básicos.

-¿Cuáles fueron los logros de los que se siente más orgulloso?

-Terminar las calles, darles nombre y conseguir el autobús, que es el número 21. Antes no teníamos transporte urbano y lo más cercano era el 23, que pasa por Feáns. El problema es que desde allí hasta Novo Mesoiro había que subir por una cuesta enorme. Subir de la compra por aquella cuesta era un auténtico suplicio. Ahora, con el transporte público, es más fácil.

-Por aquel entonces también se peleó mucho por la guardería.

-Sí, conseguimos la guardería para niños, el centro cívico, el centro de salud, el centro deportivo, un campo de fútbol, un parque... las cosas esenciales para habitar la zona las conseguimos desde la asociación.

-¿Cómo ha evolucionado el barrio desde que se instaló hace ya diez años?

-Ha evolucionado muy bien y el barrio se ha ido llenando de gente joven. Yo siempre dije que prefería que instalasen antes la guardería que el centro cívico porque sabía que eso iba a atraer familias y a convertir esto en una especie de baby boom. Y así fue, somos el barrio con más niños de la ciudad y es una alegría salir a la calle. Con todo, en los últimos años sí que se nota la crisis porque este es un barrio de gente joven y trabajadora.

-Usted es arquitecto. ¿Qué le parece la ordenación del barrio?

-El barrio está adaptado y tiene la forma que le permitía el terreno. No podía ser otra cosa que una calle que sube en el medio con edificios a los laterales. Era un monte y no había muchas otras formulaciones posibles para la zona.

-Su actividad profesional, ¿le ayudó en su trabajo como presidente de la asociación?

-Completamente. Yo había trabajado en Brasil como arquitecto e hice varios proyectos de urbanismo, por lo que eso facilitó mi trabajo aquí. Yo ya conocía lo que era hacer un barrio, las infraestructuras que hacían falta así que para mí el trabajo inicial de la asociación fue algo normal y no tuve dificultad ninguna en exigir a las autoridades lo que un barrio como este necesitaba.